VIDA Y COLOR 2
(Colección de Cromos de 1968).
La
enorme península asiática del Indostán constituye uno de los más
antiguos e importantes focos de civilización de la Humanidad; la
brillantez y la originalidad de su cultura se manifiestan
especialmente en su pensamiento y en sus formas artísticas. La India
ha sido cuna de dos religiones de gran contenido filosófico y moral;
el brahmanismo y el budismo; su literatura, que se inicia hace más
de 3000 años, con la redacción de unos libros sagrados, los Vedas,
con celebradas epopeyas como el Mahabbarata y el Ramayana, y prosigue
con gran brillantez hasta nuestros días, está marcada por su
carácter profundamente religioso y poético, y abarca los más
variados géneros: teatro, cuentos, novelas, poesía... Su arte
espléndido nos ha dejado maravillosas muestras a través de los
tiempos, desde las graciosas figurillas que realizaron hace más de
tres milenios las gentes de Mohenjo-Daro, o las bellas esculturas de
los siglos IV y V d.C. que muestran la influencia de los griegos, que
llegaron hasta allí guiados por Alejandro Magno, o los templos
brahmánicos de los siglos XIII a XV, o las filigranas de mármol del
fabulosos Taj-Mahal, la bella tumba de la favorita de un rajah del
siglo XVIII.
Pero
si la cultura de la India puede ser considerada en su conjunto, en
cambio es muy difícil trazar la historia de aquel gran país, ya que
por su enorme tamaño (casi cinco millones de km2), por la diversidad
geográfica y climática de sus regiones, por la variedad de las
razas que la prueban, por las múltiples invasiones que ha sufrido,
ha carecido durante siglos de unidad política. En efecto, la única
cosa invariable en su historia ha sido la fragmentación en pequeños
reinos independientes, de características muy parecidas, pero en
constante variación. En estos reinos de extensión y duración muy
diversas reinaban monarcas que se rodeaban de costes fastuosas,
poseían fuertes ejércitos, y dominaban con dureza a las clases
humildes. Elemento imprescindible en estas cortes era el elefante,
los grandes paquidermos eran utilizados en la guerra como fuerza de
choque, en la paz como vehículo que expresaba la riqueza del
monarca, visible en los ricos atalajes con los que revestían.
La Aldea
hindú. La base de la economía de la India es la agricultura, cuya
práctica varía en las distintas regiones según sean las
condiciones climáticas. La población agrícola vive agrupada, en
general, en poblados de pequeño tamaño, que comprenden de 50 a 200
familias con un total de 200 a 800 individuos. Las casas de estos
villorrios son de madera y barro seco, con techo de paja de arroz y
ramaje, o de tejas; suelen tener dos habitaciones y una galería
exterior cubierta, detrás de la casa hay un pequeño patio en el que
cocinan las mujeres, juegan los niños, hozan los cerdos y picotean
las gallinas. En el pueblo hay alguna casa de mayor tamaño, mejor
construida, a veces con un par de pisos y grandes patios, en las que
viven los hombres importantes. Pero la construcción mejor es siempre
el templo consagrado a alguno de los dioses del panteón hindú.
Purificación
en el Ganges. El pueblo de la India se caracteriza por la profundidad
de su sentimiento religioso que impregna hasta los menores actos de
la vida cotidiana. El budismo, una de las dos grandes religiones que
tuvieron su origen en aquella nació, no alcanzó allí gran arraigo,
pero en cambio se extendió por otras naciones (China, Japón,
Indonesia, Tibet) y actualmente tiene más de 390 millones de
practicantes.
La religión
propia de la India es el brahmanismo o hinduísmo, religión muy
compleja en la que se mezclan conceptos filosóficos de gran
profundidad, con prácticas y ritos de tipo mágico. Uno de estos
ritos incluye la diaria ablución en las aguas purificadas del gran
río sagrado. Pocos espectáculos resultan más sorprendentes en la
India, ante los ojos de un europeo, que las grandes gradas de
ciudades como Benarés por las que descienden hasta el río millares
de peregrinos que se bañan y toman sorbos de agua mientras recitan
sus plegarias.
Tres troncos
raciales. Habitan en la India más de 400 millones de personas, que
pertenecen a tres troncos raciales distintos: negro, blanco y
amarillo. Los primeros constituyen las poblaciones más antiguas, son
los vedoides que habitan en las zonas montañosas del Decán, y cuya
cultura es de tipo bastante primitivo, y los melano-hindúes que
viven en Ceylán, en la llanura del Ganges, y en amplias zonas de la
costa, y forman en estas regiones la gran masa de agricultores y
artesanos. Las gentes de raza amarilla viven especialmente en el
Norte, en Birmania, y en el valle del río Brahmaputra. Finalmente
los blancos pertenecen a la raza indoafgana, son gentes de elevada
estatura, bien proporcionados, de cabellos ondulados y ojos oscuros;
en general, se parecen bastante a los europeos de la cuenca del
Mediterráno. Aunque algunos de los más importantes elementos
culturales de la India se deben a los blancos, el genio del país
reside en la armoniosa mezcla de las aportaciones de las diversas
razas.
Las mujeres
de la India con su belleza, la gracia de su porte, y sus hermosas
túnicas de algodón o sera – sari – causan la admiración de
cuantos las contemplan; sin embargo, hasta hace poco su suerte no era
envidiable, sometidas enteramente a la voluntad de su padre y luego a
la de su esposo eran consideradas como seres desprovistos de derecho
alguno. Su matrimonio era tramitado por sus padres, cuando aún se
hallaban en la infancia, prescindieron por completo de su voluntad.
Si enviudaban, dejaban de poseer un lugar en la sociedad, ya que ni
siquiera podían regresar junto a sus padres. En general los
matrimonios eran monógamos, pero los hombres ricos practicaban la
poligamia.
A pesar de
esta situación de inferioridad de la mujer, siempre existió en la
India una cierta tendencia de respeto hacia ella, y de reconocimiento
de sus virtudes y de su talento, tendencia evidente en la poesía, y
que ha tenido su plasmación en la época actual, en la que las
mujeres han logrado ocupar puestos importantísimos, hasta el punto
de que una mujer, Indira Gandhi, llegó a ocupar el cargo de primer
ministro en la India
La castas. La
sociedad de la India posee una característica propia que le confiere
una personalidad única: la división en castas. La casta es un grupo
de individuos, dedicados a las mismas ocupaciones, que deben su
origen a un remoto antepasado común, al que generalmente consideran
como un ser divino, y que están ligados entre sí por un conjunto de
derechos y deberes. Se nace dentro de una casta, y forzosamente se
pertenece a ella toda la vida, sin posibilidad de variación; se debe
contraer matrimonio dentro del mismo grupo y no se puede establecer
contactos con individuos de castas inferiores porque esto provoca la
impureza. El cumplimiento de las múltiples reglas y deberes que hay
que observar dentro del sistema de castas es vigilado por una especie
de tribunal formado por los miembros más influyentes de cada casta;
este tribunal impone sanciones a los que quebrantan las leyes. La
casta superior es la de los brahmanes, los sacerdotes; la
segunda la de los ksatriyas, su misión es el mando, la
jefatura, a esta casta
pertenecen los reyes, la nobleza y los guerreros. La tercera casta de
hombres libres es la de los vaisyas, a ella pertenecen los
agricultores y los comerciantes.
Sudras y
parias. La gran masa del pueblo indio pertenece a la cuarta casta, la
de los sudras, que se ocupan en los más humildes trabajos manuales y
que incluyen a su vez numerosas clases bien diferenciadas, así hay
grupo relativamente elevados que realizan servicios a los brahmanes y
a los ksatriyas, por ejemplo, los tejedores, barberos, lavanderos y
maestros. Los restantes grupos son “intocables”, so pena de
incurrir en impureza, para las castas superiores, e incluyen
pescadores, cazadores, ceramistas, herreros, etc; por debajo de esta
casta, aún hay otras inferiores, las de los parias que carecen de
libertad, pueden ser comprados y vendidos y se dedican a las más
bajas tareas agrícolas; la sola presencia de un paria contamina de
impureza, por ello no pueden andar por los mismos senderos que los
individuos de las castas superiores y tienen prohibido penetrar en
los templos de los brahames, así que deben contentarse con
frecuentar templos exclusivamente para ellos.
Arte
monumental. El arte de la India es uno de los más interesantes del
mundo y nos ha legado obras de impresionante belleza tanto en el
campo de la arquitectura, como en los de la escultura y la pintura.
La arquitectura se caracteriza, a través de los tiempos, por el
gusto por la decoración esculpida: fachadas, torres, cúpulas y
terrazas quedan cubiertas por esculturas, altorrelieves y
bajorrelieves, en los que se patentiza la habilidad y maestría de
los escultores indios, que trabajaron la piedra con sin igual
destreza: así, en donde mejor se muestra la personalidad del idio es
en las imágenes de Buda, llenas de majestad y recogimiento, en los
grandes relieves en los que aparece representada la trinidad de
dioses hindúes, bajo la forma de cuerpo con tres caras (Brahma,
Vishnú y Shiva), en los frisos que representan desfiles de
elefantes, monos o serpientes, en los paneles esculpidos
representando hombres y mujeres en graciosas escenas de la vida
cotidiana. Los interiores de templos y palacios muestran asimismo el
fruto del genio de los escultores indios en la talla de la madera del
marfil o del metal.
Riqueza de
los tejidos. Una de las más antiguas industrias de la India es la
del tejido; Herodoto ya habla de las telas de algodón que vestían
los soldados indios y la confección de tejidos de lana se remonta a
la época de las invasiones de los indoafganos; al parecer fueron
éstos los que introdujeron o descubrieron las cualidades del algodón
como fibra textil. A lo largo de la historia del gran país se logró
una extraordinaria variedad de tejidos (brocados, bordados,
muselinas, gasas) tanto en lana y algodón como en seda (importada en
parte de China)
La artesanía
de la India alcanza un extraordinario nivel en muchos otros órdenes;
así en la metalurgia del bronce (vasijas, esculturas), en la del
hierro (armas, instrumentos agrícolas) en la de los metales
preciosos (orfebrería); también en la cerámica (placas con
relieves, figurillas, recipientes).
Actualmente
el país se halla en un creciente proceso de industrialización que
seguramente permitirá solucionar muchos de los grandes problemas
económicos y sociales que tiene planteados.
El Tigre. En
las abundantes zonas de selva tropical de la India vive uno de los
mayores y más feroces felinos existentes, el tigre. Es un hermoso
animal de gran tamaño; el llamado tigre de Bengala sobrepasa los 3
metros de longitud de cabeza a cola, su piel de un tono leonado
ostenta finas rayas negras y la cola anillos asimismo negros: dotado
de potentes garras y de colmillos de más de 7 cms de largo, es un
animal temible, debido especialmente a su ferocidad. Los indígenas
sienten verdadero terror hacia los tigres todavía muy abundantes en
las grandes llanuras selváticas del estado de Bengala; en general,
los tigres se limitan a atacar a los rebaños de los pacíficos
agricultores, pero de vez en cuando los machos viejos hacen presa de
algún niño y una vez han probado la carne humana se convierten en
devoradores de hombres y las gentes de los poblados atacados se ven
obligados a realizar batidas hasta lograr darles muerte.
La cobra.
Otro de los temibles animales que abundan en las zonas más cálidas
de la India, es la serpiente cobra, uno de los más venenosos
reptiles de la tierra. Aunque algunas cobras pueden alcanzar hasta
cuatro metros de longitud, la de la India suele medir unos dos
metros. Se caracterizan por unos ensanchamientos a modo de aletas que
se le forman junto a la cabeza cuando se dispone a atacar.
Normalmente se alimenta de roedores, pájaros y pequeños animales:
conejos, polluelos y cachorrillos, pero como gusta del calor, suele
invadir las casas de los agricultores, y busca refugio bajo las
maderas del suelo o en el techo, lo cual representa un terrible
peligro para los habitantes ya que su picadura es mortal. La cobra
cuando se dispone a atacar adopta una postura característica,
levantando verticalmente la parte superior del cuerpo y ejecutando un
balanceo que hipnotiza a sus presas: de repente salta hacia adelante
y clava sus afilados incisivos, inoculando el veneno en el cuerpo de
su infeliz víctima.
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