Vulcano, dios del fuego, mitad
artesano, mitad hechicero, en su fragua desentraña los secretos del
metal. Fuelle, yunque y martillo. Siempre vivo y dinámico, el baile
de las llamas hipnotiza, las ascuas transforman cualquier habitáculo
en un hogar (hogar y hoguera tienen la misma raíz). Alrededor del
fuego nos hicimos humanos y el alimento se hizo más fácil de
digerir (incluso más sabroso). Al calor de la chimenea entramos en
un estado de ensoñación, cierto estupor y nos dejamos arrastrar por
nuestras propias criaturas interiores. Los valientes vikingos del gélido norte son conocidos como el pueblo del fuego, un fuego que te recibe en el interior de cada cabaña. Los antiguos persas adoraban al dios Mitra, los zoroastritas a Ahura Mazda. Zoroastro, el Zaratustra de Nietzsche y Strauss, rinde culto a Ahura Mazda inclinándose ante la hoguera eterna. Dormir al calor de las brasas candentes.
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