La Compañía del Anillo será
de Nueve y los Nueve Caminantes se opondrán a los Nueve Jinetes
malvados. Contigo y tu fiel sirviente irá Gandalf; pues éste será
el mayor de sus trabajos y quizás el último.
En cuanto al resto,
representarán a los otros Pueblos Libres del mundo: elfos, enanos y
hombres. Legolas irá por los elfos y Gimli hijo de Glóin por los
enanos. Están dispuestos a llegar por lo menos a los pasos de las
montañas y quizá más allá. Por los hombres tendrán a Aragorn
hijo de Arathorn, pues el Anillo de Isildur le concierne íntimamente.
-¡Trancos! -exclamó Frodo.
-Sí -dijo Trancos con una sonrisa-. Te pido una vez más que me permitas ser tu compañero.
-Yo te hubiera rogado que vinieras -dijo Frodo-, pero pensé que irías a Minas Tirith con Boromir.
-Iré -dijo Aragorn-. Y la
Espada Quebrada será forjada de nuevo antes que yo parta para la
guerra. Pero tu camino y el nuestro corren juntos por muchos cientos
de millas. Por lo tanto Boromir estará también en la Compañía. Es
un hombre valiente.
-Faltan todavía dos -dijo
Elrond-. Lo pensaré. Quizás encuentre a alguien entre las gentes de
la casa que me convenga mandar.
-¡Pero entonces no habrá lugar
para nosotros! -exclamó Pippin consternado-. No queremos quedarnos.
Queremos ir con Frodo.
-Eso es porque no entiendes y no alcanzas a imaginar lo que les
espera - dijo Elrond.
-Tampoco Frodo -dijo Gandalf,
apoyando inesperadamente a Pippin-. Ni ninguno de nosotros lo ve con
claridad. Es cierto que si estos hobbits entendieran el peligro, no
se atreverían a ir. Pero seguirían deseando ir, o atreviéndose a
ir, y se sentirían avergonzados e infelices. Creo, Elrond, que en
este asunto sería mejor confiar en la amistad de estos hobbits que
en nuestra sabiduría. Aunque eligieras para nosotros un Señor de
los Elfos, como Glorfindel, los poderes que hay en él no alcanzarían
para destruir la Torre Oscura ni abrirnos el camino que lleva al
Fuego.
-Hablas con gravedad -dijo
Elrond-, pero no estoy seguro. La Comarca, presiento, no está libre
ahora de peligros y había pensado enviar a estos dos de vuelta como
mensajeros y para que trataran allí de prevenir a la gente, de
acuerdo con las normas del país. De cualquier modo me parece que el
más joven de los dos, Peregrin Tuk, tendría que quedarse. Me lo
dice el corazón.
-Entonces, señor Elrond, tendrá
usted que encerrarme en prisión, o mandarme a casa metido en un saco
-dijo Pippin-. Pues de otro modo yo seguiría a la Compañía.
-Que sea así entonces. Irás
-dijo Elrond y suspiró-. La cuenta de Nueve ya está completa. La
Compañía partirá dentro de siete.
Tolkien.
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