jueves, 16 de noviembre de 2017

PENSAMIENTOS DEL EMPERADOR FEDERICO BARBARROJA.



Sentado a los pies de la estatua ecuestre, el emperador (y cruzado) me susurra al oído una melancólica letanía: “la nación alemana me tiene confundido. Este palacio es un orgullo, accesible a todo el pueblo, sin embargo, la emprenden a balonazos contra sus muros. El Sacro Imperio fue un intento de unificar la civilización clásica, con la libertad y el potencial inherente a las tribus de Germania. Pero cuando la civilización falla, reaparece la barbarie, y así sembramos de cadáveres el continente europeo. Sucesivamente nos enfrentamos al Imperio Hispánico de Carlos V, a los turcos de Solimán, al Reino de Francia, a Napoleón y a las Democracias Occidentales, y jamás conseguimos el objetivo que nos propusimos. Nuestros intentos de gloria militar ensombrecieron los logros de nuestra cultura; la imprenta, la Reforma, la Ilustración, cuyo punto culminante fue Inmanuel Kant, la sublimación de la música con Beethoven, Mozar y Wagner, la creación del espíritu romántico. La aportación alemana al arte, en todas sus facetas, ha sido mucho más determinante para Europa que sus intentos fallidos de dominio político”. Aturullado por tanta palabrería me alejo lentamente mientras Barbarroja llora lágrimas de sangre al contemplar a la juventud germana y el futuro que les espera.  

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