La iglesia cristiana trata bien a las pioneras, aquellas mujeres que abrieron el camino de la fe en su tierra. Olga era una mujer de origen varego (o vikingo) que se convirtió en Princesa de Kiev al contraer matrimonio con el príncipe Igor de Kiev. Cuando quedó viuda, y después de celebrar las exequias, Olga se hizo cargo del gobierno del principado, toda vez que su hijo, el futuro Sviatoslav I, era todavía un chiquillo que únicamente pensaba en jugar.
Hacia el año 957 Olga visitó la capital del Imperio Bizantino, y estando en Constantinopla, conoció la religión cristiana, y fue bautizada, tomando el nombre de Yelena. Al regresar a su país intentó extender el cristianismo entre sus súbditos. Como recompensa fue declara santa años después de su muerte.
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