Una aldea de pallozas en plena
montaña, evoca los antiguos castros celtas. La atávica (y a veces
reinventada) tradición celta nos recibe a nuestra llegada a
Galicia.Enclave mágico por excelencia del camino.
Las brumas de la
leyenda cubren sus pallozas, de las que sobresalen sus pizarrosas
cubiertas. Un lugar donde lo celta se funde con lo cristiano, y lo
gallego con lo castellano. Sólo por pasar por aquí, merece la pena
comenzar el Camino.
“Aunque hubiera recorrido todos los caminos,
cruzado montañas y valles
desde Oriente hasta Occidente,
si no he descubierto la libertad de ser yo mismo
no he llegado a ningún sitio”
Fray Dino (Franciscano)
No hay atardecer como en el mar,
salvo en el Cebreiro. La gaita cesó su llanto, el peregrino marchó
con Morfeo, y quedamos solos, el monte y yo. Ni niebla, ni bruma,
simplemente sortilegio telúrico, pócima de meigas y espíritu celta
. . . Cebreiro es el comienzo del final de la Tierra, y el principio
del conocimiento eterno . . . Si no recorres el Camino hacia tu
interior todo habrá sigo vano....
Por algo el Santo Grial vino a
ocultarse en este lugar. El truco, enseñártelo como real para que
creas que es falso. Sin lugar a dudas, el Santo Grial reposa en el
Santuario de Santa María la Real. No busques el cáliz en áridos
desiertos, lo hallarás en el húmedo Cebreiro; en una antigua
iglesia prerrománica.
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