Sobre las tierras llanas y vinícolas de Arabar Errioxa (Rioja Alavesa) se eleva el espectacular templo-fortaleza del Santo Cristo, señor supremo de Labastida.
La antigua y noble villa de
Labastida, como bien indica su nombre (bastida significa lugar
fortificado) liga su larga historia con la guerra, acaso la más
antigua ocupación humana. Con permiso de la caza.
Labastida, enclavada en un
roquedo, vivió durante la Edad Media todo tipo de avatares al pasar
de manos navarras a manos castellanas. Sancho VI el Sabio, rey de
Navarra, amuralló la villa y construyó un templo-fortaleza sobre
una iglesia románica anterior. En el año 1200 Labastida, junto a
otros territorios de Álava, Vizcaya y Guipuzkoa, fueron incorporados
a sus dominios por el monarca Alfonso VIII de Castilla.
En el año 1242 el rey Fernando
III el Santo convierte a Labastida en la única localidad de Rioja
Alavesa con Fuero de Población. Guerreros, nobles, algunos
artesanos, algún visitante ocasional, juglares y trovadores
cohabitaron en este lugar durante esta época. Durante los siglos de
la Edad Moderna (XVI, XVII y XVIII) Labastida vivió su época
dorada.
El arco de Toloño fue en otro
tiempo la puerta de acceso norte a la villa.
Muchas de las viviendas de
Labastida aún conservan lagares como este que eran utilizados para
la elaboración del vino. En estos recipientes labrados en piedra se
producía la fermentación alcohólica de los racimos enteros, un
sistema empleado aún en Rioja Alavesa, conocido como maceración
carbónica.
El entramado urbanístico de
Labastida presenta dos zonas bien diferenciadas, correspondientes a
sendos períodos histórico-artísticos. El barrio medieval en torno
al templo-fortaleza (hoy ermita) en la parte más alta, y la zona
renacentista y barroca, vertebrada a partir de la calle mayor.
En un entorno medieval surge,
como por encantamiento, el ayuntamiento barroco.
En la actualidad, y asentada
sobre la base rocosa donde ser yergue la ermita del Santo Cristo,
Nuestra Señora de la Asunción, mitad renacentista, mitad barroca,
es la iglesia más importante del pueblo.
Blasones y palacios para la
nobleza urbana.
Desde hace siglos Labastida está
considerada la puerta de Arabar Errioxa.
En tiempos pasados las fuentes de
los pueblos eran fundamentales para el abastecimiento de agua y
habitual punto de reunión para los vecinos.
El medio natural que rodea a
Labastida disfruta de un suave y soleado microclima que propicia la existencia
de olivares, almendros y viñedos, y plantas aromáticas como
tomillo, jara o romero. Viejas cepas retorcidas y brillantes racimos
jóvenes, especialmente de Tempranillo, son la materia prima ideal
para elaborar excelentes vinos. Una comarca con tradición vinícola,
desde los lagares rupestres y calados medievales, hasta las modernas
bodegas actuales.
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