Felipe III de Borgoña "el Bueno", hijo de Juan I Sin Miedo y Margarita de Baviera, fue también conocido como el Gran Duque de Occidente, pues a lo largo de su vida fue coleccionado títulos y dominios a espuertas; Duque de Borgoña, Conde de Flandes, Margrave de Namur, Duque de Brabante, Conde de Hainaut, Holanda y Zelanda y Duque de Luxemburgo, entre otros.
Más preocupado por sus cosas que por las ajenas, Felipe rara vez se inmiscuyó en los asuntos extranjeros y pocas veces se vio envuelto en el gran conflicto de su tiempo: la Guerra de los Cien años. Aunque se decidió a intervenir lo hizo con todas las de la ley, por ejemplo, fueron sus hombres los que capturaron a Juana de Arco.
Defensor de la cultura y del arte, amante del boato y la parafernalia, gustaba de observar a todos aquellos que le rodeaban, a los que trataba con afabilidad, aunque sin caer en familiaridades y peligrosas confianzas. Ferviente admirador de las gestas y hazañas de caballería fundó en 1429 la Orden del Toisón de Oro, a pesar de no sentir gran pasión por la guerra.
En otra ocasión, corría el año 1454, envalentonado por la compañía de sus caballeros, tal vez embriagad, planeó una cruzada contra los otomanos para recuperar Constantinopla, durante la celebración del Banquete del Faisán, una antigua tradición en la que los caballeros hacían juramento sobre un faisán cocinado.Por supuesto la cruzada solo fue una bravuconada, con lo bien que habría venido a las naciones orientales.
Se casó en terceras nupcias con Isabel,la hija de Juan I de Portugal, junto a la que concibió a su heredero, Carlos, conocido como el Temerario.
Roger van der Weyden, o alguien de su taller, atrapó para siempre el rostro maduro e inteligente del borgoñón, vestido de negro riguroso y luciendo el collar de la Orden del Toisón de Oro.
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