Ladislao I, apodado el
rey caballero por protagonizar numerosas leyendas de valentía y
espada, fue además un ferviente defensor del Cristianismo, como si
quisiese adelantarse unos años a la creación de las órdenes
militares formadas por monjes soldados, como templarios y
hospitalarios, se convirtió en San Ladislao I de Hungría, cuyo
culto floreció tras su canonización en 1192.
Hijo de Bela I "el
Campeón" y de la princesa polaca Riquilda, en 1077 sucedió a
su hermano Geza I en el trono magiar. Durante su reinado (1077 -
1095) se consolidó la monarquía y el poder real, el régimen feudal
en Hungría y se estabilizó la situación interna del reino. A pesar
de los varios intentos de su primo Salomón (rey depuesto) por
recuperar el trono.
En su época fueron
anexadas Croacia y Dalmacia, con lo que el Reino de Hungría
comenzaba una fase de proyección exterior que le llevaría a chocar
con los intereses de Venecia y de Bizancio. Su relación con la
iglesia siempre fue excelente, fundó el obispado de Zagreb, apoyó
al papado en la Querella de las Investiduras y logró que Gregorio
VII canonizase al rey Esteban, a su hijo Emerico y al obispo y mártir
Gerardo.
A lo largo de su vida
fueron surgiendo numerosas leyendas en las que Ladislao rescada a
damas en peligro y derrota a terribles enemigos, proyectando para la
posteridad la imagen de un rey fuerte físicamente, con alma noble y
alma piadosa. Murió cuando estaba preparando para participar en la
Primera Cruzada. Aunque algunos historiadores húngaros discrepan en
este punto y la imagen de rey caballero fue forjada por cronistas
húngaros posteriores con el ánimo de exaltar la figura de San
Ladislao. Un auténtico paladín protector de los débiles, custodio
de la iglesia y defensor de su país.
Mucho tiempo después de
su muerte los húngaros se lanzaban al combate invocando a su rey
caballero al grito de !Lazslo, Lazslo¡.
No hay comentarios:
Publicar un comentario