La historia de la Humanidad está plagada de enconadas rivalidades que han añadido sal y pimienta al día a día del ser humano. Agricultores y pastores, Escipión y Aníbal, Papado e Imperio, Beatles y Rollings, Barça-Real Madrid, Venecia y Génova, o el Hospital y el Temple.
Durante la época de las Cruzadas, en el polvorín de Tierra Santa, concretamente en la ciudad de Acre y con la excusa de la propiedad de la Abadía de San Saba, estalló (1256) un (nuevo) conflicto entre la República de Venecia y su archienemiga República de Génova. Como quiera que sea que templarios y hospitalarios compartían espacio y rivalidad, cada una de las órdenes militares apostó por apoyar a una de las repúblicas italianas: los hospitalarios a Génova y los templarios a Venecia. Al parecer esta apoyo fue más bien moral, como los tifosi en el fútbol o las cheerleaders en la NBA, puesto que no se tiene constancia que templarios y hospitalarios llegasen a las manos.
Por cierto, aunque el resultado es lo de menos, la victoria sonrió a los venecianos.
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