La hermosa e inteligente princesa de los gálatas, Chiomara, es la protagonista de una historia de violencia sexual, pero también de valentía, coraje y justa venganza.
Los celtas asentados en Asia Menor, recibían el nombre de Gálatas y estaban divididos en tres grandes grupos tribales, tolostoboios, tectosagos y trocmos; y por supuesto, como no podía ser de otra forma, entraron en conflicto con Roma.
Ortiagón era el rey de los tectosagos cuando estalló la guerra contra los romanos en 189 a.C. dirigida por Cneo Manlio Vulso.
"Ortiagón, rey de Galacia, decidió extender su dominación a todos los gálatas de Asia. La naturaleza y la costumbre le ayudaban para el feliz éxito de esta empresa. Distinguíanle su liberalidad y grandeza de alma, y en los consejos y conversaciones mostrábase tan atento como hábil. Era además de extraordinaria bizarría e intrepidez en las batallas, condición de suma importancia en los pueblos de aquella raza"
Polibio XXII, 21( Recogido por Suidas)
Chiomara, la joven, bella e inteligente esposa de Ortiagón, tras la batalla, cayó en manos de los soldados romanos, que la retuvieron como rehén. El centurión al mando, se encaprichó de ella, Chiomara le rechazó, y él, la violó.
Quizás arrepentido y avergonzado tras cometer tan bárbara felonía, quizás movido por una insaciable avaricia, ofreció a la princesa la posibilidad de pedir un rescate y recuperar así su libertad. Los gálatas cruzaron el río que separaba los dos campamentos cargados con el oro,y mientras el ruín centurión contaba el oro, con un leve movimiento de cabeza, Chiomara ordenó a sus hombres que decapitasen al suboficial romano.
Chiomara se llevó la cabeza envuelta en su vestido, regresó junto a su marido, y arrojando la sanguinolenta cabeza a los pies exclamö; "justo es que sólo uno de los hombres que me ha gozado conserve la vida"
"Cuando los romanos, al mando de Manlio, derrotaron a los gálatas, cayó en su poder, entre otras mujeres, Chiomara, esposa de Ortiagón. El centurión a quien correspondió en el reparto, hombre avaro y libertino, abusó de ella indignamente, pero vencible después la avaricia y aceptó gran cantidad de dinero por dejarla en libertad llevándola él mismo a orillas de un río que separaba el campamento romano del de los contrarios. Los gálatas que traían el precio del rescate cruzaron el río y contaron el dinero al centurión, quien les entregó a Chiomara; pero en el instante en que se despedía de ella abrazándola, hizo Chiomara señas a uno de aquellos para que le diese muerte. Comprendió el gálata la indicación, y cortó la cabeza al romano. Cogióla Chiomara, le envolvió en su vestido, y al llegar junto a su marido la arrojó a sus pies ensangrentada. Admirado éste, le dijo "Bello es, esposa mía, conservar la fe" - Sí, replicó ella; pero es más bello no dejar con vida más que a uno de los hombres que me han gozado". Manifiesta Polibio que diferentes veces conversó con esta mujer en Sardes, admirando su grandeza de alma y su prudencia".
Polibio XXI, 38 (Recogido por Plutarco; Mulierum Virtutes).
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