En una colina sobre la ciudad de Kelheim se sitúa el Salón de la Liberación, el Befreiungshalle, que recuerda a todos los que pasamos por aquí, la victoria germana sobre las tropas napoleónicas, que durante dos décadas sumieron a Europa en una larga guerra.
Uno de esos hitos que sirvió para la construcción de la nación alemana y su posterior unificación. El siglo XIX fue una centuria crucial para Europa. Napoleón puso patas arriba el mapa continental, y de paso ofreció motivos y argumentos a los incipientes nacionalismos.
El rey de Baviera, Ludwig I decidió la construcción del Befreiungshalle, inspirado en las batallas de liberación que los Estados alemanes sostuvieron contra la Francia del Primer Imperio. Curiosamente Baviera consiguió convertirse en reino en 1806 con el apoyo de Napoleón.
El monumento, cuyo interior recuerda al grandioso panteón de Agripa en Roma, se eleva sobre un cerro en el lugar donde el Danubio confluye con su afluente Altmühl.
En 1842 el arquitecto Friedrich von Gärtner inició las obras, y tras su muerte fueron continuadas por Leo von Klenze. La influencia clásica es evidente hasta para el más profano. Gärtner y Klenze fueron los arquitectos predilectos de Ludwig I, un entusiasta de la cultura clásica que promovió el arte y la arquitectura en Baviera. Un alemán con corazón heleno.
El exterior del colosal edificio está decorado con dieciocho estatuas, que rematan otros tantos contrafuertes. Representan a los pueblos alemanes, que tras las Guerras Napoleónicas quedaron integrados en la Confederación Germánica.
En el impresionante interior, blanco e inmaculado, treinta y cuatro diosas de la Victoria, diseñadas por Ludwig Schwanthaler, se disponen en círculo rodeando todo el espacio.
Las victorias aladas sostienen en sus manos escudos redondos de bronce con los nombres de las batallas. En la parte superior, a cierta altura, unas placas blancas con letras doradas rinden homenaje a los capitanes que dirigieron tropas en ellas.
Y en el centro del edificio, el lugar más destacado, una inscripción: "Moechten die teutschen nie vergessen was den befreiungskampf nothwendig machte und wodurch sie esiegt".
Algo así como: "Los alemanes no quieren olvidar que la lucha por la liberación fue necesaria, y como alcanzaron la victoria".
Un edificio alemán decimonónico, de espíritu romántico y nacionalista, con alma mediterránea y clásica. Parafraseando a Claudio Magris, la soñada simbiosis entre Grecia y Alemania.
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