miércoles, 21 de julio de 2021

DE BELORADO A SAN JUAN DE ORTEGA.


Nuestra undécima etapa nos obligará a superar otra dificultar montañosa los terribles Montes de Oca, de reminiscencias legendarias, para acabar en un enclave solitario (y reparador) San Juan de Ortega.



Las botas y el entrechocar de los bastones de los peregrinos más madrugadores despiertan a los vecinos cada mañana. Todos están dispuestos a disfrutar de esta etapa de paisajes espectaculares y pueblos pequeños como Tosantos, Villambistia y Espinosa del Camino. A los pies de los montes, aguarda Villafranca de Montes de Oca, donde recuperaremos el aliente necesario para encarar la subida.





La caravana multicolor. Los peregrinos (como si del Tour de Francia se tratara) procesionan por los Campos de Castilla. Una primera parte nos llevará a visitar pequeñas poblaciones, que a las horas que las cruzábamos eran auténticos pueblos fantasmas. Ni un mal bar abierto para desayunar. Vicisitudes del Camino.



La segunda parte del trazado de hoy comienza en Villafranca. Un pequeño sendero nos saca de la villa y nos introduce de lleno en los Montes de Oca, una pequeña interrupción orográfica de las inmensas planicies castellanas, doce kilómetros para disfrutar de la Naturaleza. Caminando entre pinares ascendemos hasta los 1.100 metros para superar este modesta, pero a la vez embaucadora, sierra. El techo es el Alto de la Pedraja (1150 metros). Estos son los tramos con los que uno sueña cuando se propone realizar el Camino de Santiago.



Los primeros kilómetros de los Montes de Oca transcurren por una pista forestal, que varias rampas de considerable dureza. A un par de kilómetros de Villafranca se levanta un monumento a los asesinados en la Guerra Civil, en el lugar donde se localizaron unas fosas comunes. Malditos fanatismos.




Como un genio de las Mil y Un Noches, Helena, la guardiana de El Oasis del Camino, en medio del bosque, te concede todos los deseos.


Y al final de esta fascinante etapa nos recibe San Juan de Ortega, un enclave esencialmente hospitalario, fundado por el discípulo de Santo Domingo de la Calzada, que buscó en estos campos la soledad y el recogimiento necesario para contactar con la divinidad, y de paso auxiliar, cuidar y guiar a los peregrinos que caminaban hacia Santiago. Un enclave auténticamente jacobeo.


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