Un Puerto Banus es miniatura y
en clave finlandesa. Un conjunto de pequeñas islas y costas bajas y
arenosas que se ha convertido, por méritos propios, en uno de los
lugares preferidos por los finlandeses para pasar el verano.
Varias islas de pequeño
tamaño, playas de fina arena, hoteles, yates y restaurantes, y un
tiempo soleado y fresco es lo que ofrece Naantali a los veraneantes
que deciden pasar sus vacaciones en la costa finlandesa.
Las ocas y los cisnes ponen las
notas de color a este pintoresco paraje. La barnacla cariblanca
habita en las regiones más boreales de Europa.
Por lo que he podido ver estos
días al finlandés le gusta la comodidad (aunque sea para darse un
chapuzón en el mar) y vivir bien. Pasado el verano (como muchas de
nuestras poblaciones mediterráneas) Naantali queda prácticamente
desierta hasta la siguiente temporada vacacional.
A pesar de su aspecto moderno,
con cafés y restaurantes en la zona del puerto, Naantali tiene una
larga historia. Esta población surgió en la década de 1440 tras
las fundación de un convento. El casco antiguo se encuentra,
precisamente, junto al puerto.
La iglesia del siglo XVIII, de
una sola nave, inmaculadamente blanca y con un velero de madera
suspendido del techo, repite la tipología clásica de las iglesias
marineras.
Bosquecillos modestos pueblan
estas islas, que son lugar ideal para la nidificación de algunas
aves migratorias.
A pesar del viento y las suaves
temperaturas (tan diferentes de las españolas en verano) decidimos
darnos un reconfortable baño en una de sus playas. Como curiosidad
señalar que el agua de este mar es poco salada.
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