Las más conocidas de las
lagunas manchegas son tal vez las de Ruidera, así bautizadas por el
ruido del agua al caer en cascada de una en otra y que deben su
origen a hundimientos del terreno. (Fauna Ibérica y Europea. Félix
Rodríguez de la Fuente. Salvat).
Entre
las provincias de Ciudar Real y Albacete se extiende el Parque
Natural de las Lagunas de Ruidera, creado en el año 1979. Este
complejo natural está formado por el embalse de Peñarroya (junto al
castillo medieval del mismo nombre) y un total de dieciséis lagunas
escalonadas y conectadas entre sí por cascadas, corrientes
subterráneas y torrenteras, encajadas en el Valle del Alto Guadiana.
Este oasis lacustre contrasta con la extrema aridez del paisaje que
lo rodea. Un entorno de matorral y monte bajo, típico del bosque
mediterráneo, en el que conviven las aves esteparias y las
acuáticas, en un enclave único de la Península Ibérica.
Don
Quijote, el caballero andante de nuestro Siglo de Oro, llegó hasta
este paraje y penetró en la cueva de Montesinos. Allí, bajo tierra,
escuchó la triste leyenda de las lagunas de Ruidera:
[…] y, por más señas, primo
de mi alma, en el primero lugar que topé, saliendo de Roncesvalles,
eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal, y
fuese, si no fresco, a lo menos amojamado, a la presencia de la
señora Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con Guadiana, vuestro
escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y
con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí
encantados el sabio Merlín ha muchos años; y, aunque pasan de
quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros: solamente faltan
Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión
que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas
lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la
Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes
de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden
santísima, que llaman de San Juan. Guadiana, vuestro escudero,
plañendo asimesmo vuestra desgracia, fue convertido en un río
llamado de su mesmo nombre; el cual, cuando llegó a la superficie de
la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió
de ver que os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra;
pero, como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de
cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean.
Vanle administrando de sus aguas las referidas lagunas, con las
cuales y con otras muchas que se llegan, entra pomposo y grande en
Portugal. (Segunda Parte. Capítulo XXIII).
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