Al tiempo que los puertos
valencianos y alicantinos despedían a los herederos españoles del
Islam, una estirpe de escritores iluminaba España con el oro de las
letras. La permanente búsqueda de la belleza, la combinación de los
antiguo y lo moderno, lo foráneo y lo nacional, la defensa de unas
tradiciones que iban perdiendo su sitio en Europa o la reflexión
minuciosa sobre la decadencia española impregnaron la tinta de los
mejores escritores de todos los tiempos. Cervantes descubre el
doloroso conflicto entre la realidad y la bambolla en la triste
odisea de don Quijote de la Mancha; Lope de Vega revoluciona la
escena y se convierte en el más acérrimo defensor de la ideología
tradicional y los valores casticistas; Góngora busca el refugio de
la belleza en una travesía poética que sigue la ruta trazada por el
fluir melancólico de Garcilaso de la Vega; Baltasar Gracián asombra
con su dominio del concepto y el lenguaje; Calderón pregona el
espíritu religioso de la Contrarreforma mientras Quevedo, puro de
sangre y con espada y pluma de mucho filo, desentraña las
contradicciones del barroco y entrega a la imprenta algunos de los
versos de amor más hermosos y conmovedores de las letras españolas,
serán ceniza, mas trendrá sentido;
polvo seán, mas polvo enamorado.
La literatura del Siglo de Oro
fascinó a Europa y paseó el prestigio del idioma español por medio
mundo en un momento en que los tercios empezaban a renquear en las
tierras del Imperio.
Fernando García de Cortázar.
Historia de España. De Atapuerca al
Estatut.
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