Llegó Mario de África con su
ejército en las mismas calendas de enero, que es el día en que los
Romanos comienzan su año, y en él tomó posesión de Consulado, y
celebró su triunfo, dando a los Romanos el increíble espectáculo
de conducir cautivo a Yugurta, pues nadie esperaba que vivo él
pudiera su ejército ser vencido: ¡de tal manera sabía doblarse a
todas las mudanzas de fortuna, y tan diestro era en mezclar la
astucia con la fortaleza! Mas llevado en la pompa perdió, según
dicen, el sentido, y puesto en la cárcel después del triunfo,
mientras unos le despojaban por fuerza de la túnica y otros
procuraban quitarle las arracadas de oro, juntamente con ellas le
arrancaron el lóbulo de la oreja. Luego que le dejaron desnudo lo
arrojaron a un calabozo, donde, desesperado e inquieto: “¡Por
Júpiter- exclamó-, que está muy frío vuestro baño!” Allí
mismo, luchando por seis días con el hambre, y suspirando hasta la
última hora por alargar la vida, pagó la pena que merecían sus
impiedades. Cuéntase que se trajeron a este triunfo y fueron
llevadas en él tres mil siete libras de oro, de plata no acuñada
cinco mil setecientas setenta y cinco, y en dinero diez y siete mil y
veintiocho dracmas. Reunió Mario el Senado después del triunfo en
el Capitolio, entrando en él, o por olvido, o por hacer orgullosa
ostentación de su fortuna, con las ropas triunfales; pero
percibiendo al punto que el Senado no lo llevaba a bien, se levantó,
y quitándose la púrpura volvió a ocupar su puesto.
PLUTARCO. VIDAS PARALELAS. MARIO.
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