Los
etruscos eran un pueblo de misterioso origen que habitaba el centro
de Italia, se dedicaba fundamentalmente al comercio, fue vecino de
Roma y acabó influyendo en muchos aspectos de la cultura latina.
Como tantos otros pueblos de la Antigüedad fue sometido y
posteriormente asimilado por el imparable rodillo romano. A
diferencia de Griegos y Romanos, la mujer etrusca tenía mayor
libertad y presencia social.
“Las
mujeres ocupaban una posición privilegiada en la sociedad etrusca,
superior a la de las mujeres griegas o romanas. Al igual que los
hombres, disponían de capacidad jurídica y participaban en
banquetes y juegos. Los
ajuares que se han encontrado en las tumbas femeninas no tienen nada
que envidiar a los hallados en las masculinas, lo que indica que la
posición social de la mujer era destacada. No obstante, las
manifestaciones artísticas prueban que esta libertad de la mujer no
estaba reñida con su papel de esposa y madre y, así, en las tumbas
se han hallado sarcófagos que en su tapa poseen dos esculturas que
representan a una pareja de esposos”. (J.M. Roldán, C. González,
y M. Bendala. Historia de la Humanidad. Roma Republicana).
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