En el Pirineo navarro, a resguardo
de las altas cumbres, se alza la Real Colegiata de Santa María de
Roncesvalles. El rey de Navarra, Sancho VII “el Fuerte” la mandó
construir (1209) sobre un cenobio anterior, al lado del hospital de
peregrinos. Se trata de uno de los primeros edificios góticos de la
península Ibérica y uno de los mejores ejemplos del gótico
religioso navarro.
Una planta de tres naves y un
interior donde se disponen vidrieras enormes y modernas. El
presbiterio está presidido por la imagen, muy venerada, de la Virgen
de Roncesvalles. Se trata de una talla del siglo XIV, probablemente
elaborada en un taller de Toulouse.
El claustro actual fue construido
en 1600 para sustituir al anterior, que se vino abajo por el peso de
una intensa nevada. La crujía (o brazo) Este se cubre con bóvedas
de crucería para dar acceso a la capilla de San Agustín.
Desde el claustro se pasa a la capilla de San Agustín, o
Sala Capitular, vista desde el exterior es un bloque compacto de
sillería que la confiere cierto aspecto de fortaleza. En su
interior, en el centro de la sala, podemos contemplar la tumba del
rey Sancho VII, benefactor de la colegiata y guerrero destacado en la
batalla de las Navas de Tolosa (1212).
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