Seguimos los restos de la historia humana,, la piedra no quiere que la olvidemos. Estas son las ruinas de un monasterio sueco donde se asentaron unos monjes benedictinos allá por el siglo XII.
En el año 1143, un pequeño
grupo de monjes cistercienses llegaron a Alvastra procedentes de
Francia invitados por el rey sueco Sveker I. En este precioso lugar
decidieron fundar su monasterio.
Se cuenta que entre estas
paredes vivió durante un tiempo santa Brígida, que encontró
inspiración en los monjes benedictinos.
Los cristianos, siempre
inasequibles al desaliento, nunca cesaron en su empeño de conquistar
almas.
Alejado del mundanal ruido se desarrolló la abadía, mirando siempre hacia el interior de la comunidad.
Alejado del mundanal ruido se desarrolló la abadía, mirando siempre hacia el interior de la comunidad.
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