El oficio de constructor
de catedrales era un mundo casi exclusivamente masculino, aunque en
la teoría (y en la práctica) no existía el veto a las mujeres. No
era lo más habitual, pero hubo alguna mujer entre las personas que
levantaron las majestuosas catedrales urbanas de la época del
gótico.
Sabine de Pierrefonds
era hija del arquitecto jefe que trabajó en la iglesia de
Estrasburgo. Sabine no se conformó con ser una simple oficial, y con
dedicación y esfuerzo llegó a convertirse en maestra de gremio,
además de un excelente escultora. Dirigió sendos talleres durante
las obras de París y de Aminens, y una ver que tuvo organizado el
suyo, formó a oficiales y aprendices. Muchas personas la consideran,
a pesar de no haberse podido probar su existencia histórica, un
pilar básico de la masonería.
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