Atrincherado en las
montañas carpáticas, Basarab I venció a los ejércitos húngaros a
la vieja usanza, proclamó la independencia de Valaquia, e instaló
su corte en la novelesca Curtea de Argés. Una Curtea de Argés que
fue capital, cuando Bucarest aún no era ni proyecto de ciudad.
Basarab I, católico,
hijo del legendario voivoda Thocomerius, y hay quien dice que cumano,
es conocido como “el Fundador”, en rumano Intemeietorul, ya que
rompió su relación de vasallaje con el Reino de Hungría y fundó
su propio principado, Valaquia.
Tras varios
desencuentros con el rey Carlos Roberto, Basarab decidido a
desligarse del control magiar, reunió tropas y derrotó a los
húngaros en la célebre batalla de Posada. Este príncipe rumano
reinó durante unos treinta años, y desde la región central de
Muntenia, llamada así por razones obvias, consiguió extender sus
dominos hasta las regiones orientales de Valaquia, llegando así a
alcanzar el río Danubio.
Basarab y sus
descendientes supieron aprovechar la crisis interna que sufrió
Hungría con la extinción de la casa de Arpad para sentar las bases
de su propio estado.
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