Durante la Edad Media hubo mujeres que se calzaron armaduras, cabalgaron mejor que el mejor de los jinetes, blandieron armas y lucharon valientemente en batalla. Y por encima de todas, destacó Juana de Arco. Guerrera, heroína, mártir y santa. Los ingleses la quemaron por bruja y los franceses la elevaron a los cielos, para sentarla a la derecha del Todopoderoso.
Las representaciones de Juana de Arco, o Jeanne d'Arc, son omnipresentes en toda Francia, especialmente en París. Y como no podía ser de otra manera, la Catedral de las Catedrales, Notre Dame, también alberga en su interior una escultura de la Doncella de Orleans, en un lugar privilegiado. Armadura ceñida, espada al cinto, abrazado el estandarte y actitud orante.
Tal como hizo Dios con su propio hijo, también abandonó a Juana a merced de los hombres. Las llamas destruyeron su cuerpo, y el humo elevó su alma a los cielos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario