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lunes, 25 de marzo de 2019

MAURICE SULLY.




El propietario de la sede episcopal de París, Maurice Sully, reunió todos los recursos de su diócesis – materiales, financieros y humanos – para levantar a mayor gloria de Dios uno de los templos más emblemáticos de toda la Cristiandad: Notre Dame.

miércoles, 8 de febrero de 2017

PIERRE DE MONTREUIL.



Constructor francés, maestro del gótico y principal arquitecto durante el reinado de San Luis. Dirigió las obras de la catedral de Notre Dame. Antes de morir escribió su propio epitafio; “fue en su vida doctor en piedra”.  

sábado, 10 de diciembre de 2016

GUILLERMO DE AUVERNIA.



En un recóndito habitáculo oculto en las entrañas de Notre Dame de París, Guillermo de Auvernia instaló su laboratorio de alquimia. Y entre matraces y crisoles, fórmulas mágicas y vapores deliciosos, descrubrió la piedra filosofal. Eso al menos dice una leyenda apócrifa, tan cierta como fabulosa.

Guillermo de Auvernia, citado a veces como Guillermo de París, fue filósoso, profesor de teología en la universidad, consejero del rey Luis IX y obispo de París.


miércoles, 14 de mayo de 2014

JUANA DE ARCO EN NOTRE DAME DE PARÍS.



Durante la Edad Media hubo mujeres que se calzaron armaduras, cabalgaron mejor que el mejor de los jinetes, blandieron armas y lucharon valientemente en batalla. Y por encima de todas, destacó Juana de Arco. Guerrera, heroína, mártir y santa. Los ingleses la quemaron por bruja y los franceses la elevaron a los cielos, para sentarla a la derecha del Todopoderoso.


Las representaciones de Juana de Arco, o Jeanne d'Arc, son omnipresentes en toda Francia, especialmente en París. Y como no podía ser de otra manera, la Catedral de las Catedrales, Notre Dame, también alberga en su interior una escultura de la Doncella de Orleans, en un lugar privilegiado. Armadura ceñida, espada al cinto, abrazado el estandarte y actitud orante.


Tal como hizo Dios con su propio hijo, también abandonó a Juana a merced de los hombres. Las llamas destruyeron su cuerpo, y el humo elevó su alma a los cielos. 

jueves, 3 de abril de 2014

ABELARDO Y ELOÍSA. LOS INFORTUNIOS DEL AMOR



Pedro Abelardo, considerado uno de los grandes genios de la historia de la lógica, era uno de los más respetados maestros de Teología de la Universidad de París durante la Edad Media, además de ser hombre elegante y altivo. Motivos ambos que despertaban por igual, envidias y admiraciones. 

El canónigo de Notre Dame, Fulgencio, entusiasmado por la fama del enseñante, le elegió para convertirlo en maestro y tutor de su joven sobrina Eloísa. Una chica de diecisiete años, guapa, inteligente y que destacaba por sus amplios conocimientos del latín, el griego y el hebreo.

¿Admiración mutua?, ¿pasión  desbordada?, ¿amor incondicional?. Quizás todo junto prendió la llama del amor entre el maestro y la alumna. Tal fue la devoción que sentían el uno por el otro, que no dudaron en celebrar esponsales en secreto. 

Pero la naturaleza sigue su curso y Eloísa quedó embarazada. La noticia llegó a oídos de Fulgencio, que lleno de ira y de rabia, planeó una horrible venganza. La sobrina fue encerrada en un monasterio donde dio a luz a un niño, que recibió un extraño nombre: Astrolabio. Más doloroso y humillante fue el castigo para Abelardo, pues unos sicarios penetraron en su habitación y castraron al maestro.

Abelardo se retiró de la vida pública y se recluyó en Nogent-sur-Seine y Eloisa se convirtió en la abadesa de Argentuil. A partir de este momento Abelardo y Eloisa tuvieron que seguir su relación mediante cartas. Pero la distancia no pudo disolver este amor.

Cuentan que cuando Eloísa murió, ventiún años después que su amado y su cuerpo era bajado para ser depositado en la sepultura, Abelardo extendió los brazos para dormir a su lado por toda la eternidad.
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