Una
localidad toledana, que según se desprender de su toponimia, vincula
su origen y pasado al mercado y a un orden de caballería, la Orden
de San Juan, asentada en la vecina Consuegra desde 1183.
Un lugar
como Villafranca de los Caballeros ha estado poblado desde el origen
del tiempo. Iberos y celtíberos compartieron mesa y mantel en estas
tierras. La villa comenzó a repoblarse en el siglo XIV, por
mediación de los caballeros sanjuanistas y fue en el XVI cuando la
población experimentó su despertar político, cultural y artístico.
Tras las
cortinas, la morada, un trozo de tela, sencillo y simple, separa el
ámbito privado del ámbito público, desde tiempos remotos las
sociedades mediterráneas han gustado vivir en la calle, mano a mano
con los vecinos, el calor no se busca en el hogar, si no en aquellos
que viven en la puerta de al lado.
Rincones
anclados en un pasado, que parte del país quiere derrotar y superar.
Un buen
lugar, como otro cualquiera, para acompañar unas berenjenas
encurtidas con una cerveza fría e intensa. Era domingo de Ramos y
las tabernas estaban hasta los topes.
A pocos
kilómetros de la localidad se ubican las lagunas grande y chica. En
ambas es fácil observar aves diferentes a lo largo de los doce meses
del año. Este humedal y el nombre del pueblo, son lo más
interesante de Villafranca de los Caballeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario