A cien
metros del camino, en medio de los prados alpinos donde pastan ovejas
de la raza manech, entronizada sobre una cresta rocosa, la Virgen de
Biakorri (o de Orisson) aguanta impasible los rigores del clima. Hoy
todo está cubierto por una densa niebla, y de la Virgen, solo la
silueta intuimos. Los pastores de la zona adornan la talla de la
virgen con flores, collares, cruces y conchas.
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