Todos
los años (sin faltar ninguno), en la madrugada que va del cinco al
seis de Enero, los tres Reyes Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y
Baltasar, reparten juguetes e ilusiones a niños y mayores. Esta
divertida tradición rememora cada comienzo de año, el viaje, la
adoración y la entrega de presentes, que hace dos milenios, unos
magos venidos de oriente hicieron al niño Jesús en el Portal de
Belén. A pesar de la competencia de Papa Noel, el día de reyes es
una fiesta celebrada por creyentes y ateos, que hace mucho tiempo, se
incorporó a nuestro acervo cultural.
La
historia evangélica se entremezcla con leyendas variopintas,
tradiciones diversas y enigmas imposibles, aunque en los Evangelios
ni se dice que eran tres, ni que eran reyes, ni cuales eran sus
nombres, ni siquiera que fuesen varones. Los nombres aparecen en el
siglo VI y al final de la Edad Media surge la identificación con las
tres edades y las tres razas. La historia de la adoración la cuenta
Mateo.
“Nacido
Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos que
venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ¿Dónde
está el rey de los judíos que ha nacido?. Pues vimos su estrella en
el Oriente y hemos venido a adorarle”.
Mateo 2,
1.
“Ellos,
después de oír al rey (Herodes), se pusieron en camino, y he aquí
que la estrella que habían visto en el Oriente iban delante de
ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el
niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron
en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le
adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro,
incienso y mirra.
Mateo 2,
7.
A partir de
los tres regalos alguien muy avispado dedujo que debían ser tres
personas, por otro lado, un número cargado de simbolismo. No
obstante el número ha ido variando según el lugar y el momento,
entre 2 y 60, por ejemplo para la iglesia armenia son doce (otro
número simbólico). En el siglo V el papa León I el Magno en sus
sermones sobre la Epifanía confirmó que los magos que adoraron al
niño Jesús eran tres.
El término
Oriente es, geográficamente, muy vago, así que decir que los Reyes
Magos vienen de Oriente es casi como no decir En el evangelio
apócrifo de Pseudo Tomás se cuenta que llegaron a Belén con tres
legiones de soldados de Persia, Babilonia y Asia. Muchos estudiosos
consideran la Arabia Felix, su origen geográfico.
Hace unos
pocos años el papa Benedicto XVI (el incomprendido Ratzinger) armó
un buen revuelo al sugerir que la patria de los Magos de Oriente
podía haber sido la mítica Tartessos. De golpe y porrazo, los Reyes
Magos dejaban de ser árabes para convertirse en Andaluces.
En ningún
lugar del evangelio se habla de reyes, pero el tiempo, terminó
transformando a estos eruditos en monarcas. Las religiones del libro
nunca han tenido en buena consideración ni a magos, ni a eruditos,
por tanto, para la doctrina cristiana mejor hablar de reyes que de
magos. Por otro lado, y volviendo a los presentes, comenzó a
pensarse que debían ser reyes, o en todo caso gente con poder,
porque de otra manera no hubiesen podido haber costeado tan valiosos
presentes.
La
adoración de estos magos de oriente da cumplimiento a los profecías
sobre el homenaje de las naciones al Dios de Israel. Tertuliano
llegó a la conclusión que eran reyes a partir del salmo 72: “Qué
los reyes de Saba y Arabia le traigan presentes, que le rindan
homenaje todos los reyes”.
Los nombres
se popularizaron en el siglo IX gracias al “Liber pontificalis”,
aunque en la iglesia de San Apolinar Nuevo en Rávena existe un
mosaico del siglo VI donde aparecen los tres magos perfectamente
identificados con sus respectivos nombres. En el Evangelio Armenio
de la infancia, que aparece en el siglo IV, se dice que Melchor
reinaba sobre los persas, Baltasar sobre los indios y Gaspar sobre
los árabes.
También se
ha especulado sobre el significado de estos nombres, y según parece
Melchor significaba “rey de la luz”, Gaspar “el que custodia el
dinero” y Baltasar “el que salva la vida al rey”.
Para
los padres de la iglesia los presentes simbolizan la Realeza (oro),
la Divinidad (incienso) y la Pasión (mirra), pero también al Padre
(Oro), al Hijos (Mirra) y al Espíritu Santo (Incienso). El oro,
siempre relacionado con la realeza, alude a Cristo Rey, el incienso,
usado en ceremonias religiosas, hace referencia a la divinidad y la
mirra, un ungüento usado como analgésico y también para
embalsamar, remite a la condición humana del hijo de Dios.
Una estrella de larga cola guio a los Magos de Oriente hasta Belén. Varios siglos más tarde, en el año 1301 el famoso cometa Halley visitó La Tierra, como suele hacer cada 76 años aproximadamente. Un pintor italiano fue testigo del acontecimiento. El artista en cuestión, conocido como Giotto, y considerado el primer pintor moderno, decidió fusionar ambos astros en una de sus obras. Los tres Reyes Magos se arrodillan a los pies de la Sagrada Familia, sobre el portal un precioso cielo azul, atravesado por el Cometa Halley, metamorfoseado para la ocasión en la Estrella de Belén.
A
partir del siglo XV Europa, y el Cristianismo, comienzan a expandirse
por el mundo, y es en este momento cuando Baltazar comienza a
oscurecer su piel, al tiempo que comienza la identificación de los
tres reyes con las tres razas y los tres continentes (Europa, Asia y
África).
Una
tradición oral recoge un fatídico final para los Reyes Magos. Años
después de la adoración fueron bautizados por Santo Tomás y se
dedicaron a predicar los evangelios en la India. Para desgracia suya
fueron martirizados, como tantos otros cristianos. Después del
martirio sus cuerpos fueron introducidos en un sarcófago. Santa
Elena se llevó los restos a Constantinopla (la ciudad de su hijo).
Más tarde llegaron a Milán y cuando el emperador Federico
Barbarroja asedió y conquistó la ciudad, recogió el sarcófago y
se lo ofreció al arzobispo de Colonia. Hoy día aún son visibles en
el altar mayor de la Catedral más espectacular de toda Alemania.
Cuando
éramos pequeños decíamos que los Reyes Magos en realidad eran
cuatro, Melchor, Gaspar, Ba-saltar y S-ecayó. Pero si buceamos en la
tradición literaria romántica encontramos a otro cuarto rey mago,
Artabán, protagonista del cuento “El otro rey mago” escrito por
Henry van Dike.
Astrólogos,
sabios, magos o Reyes, tanto da, esta noche – la más mágica del
año – todos nos iremos a dormir con una sonrisa en los labios y
unas ganas enormes de la llegada del despertar.....
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