Religioso benedictino, seguidor de San Fructuoso e iniciador del movimiento cenobítico que se extendió por El Bierzo. Genadio mantenía una cercana relación con el rey Alfonso III, es posible que compartiesen lazos de sangre.
El monarca asturiano insistió
para que Genadio se convirtiese en obispo de Astorga. Los juegos de
poder y el lujo que rodeaban la corte episcopal nada tenían que ver
con la concepción religiosa de Genadio, que decidió abandonar el
obispado, retirarse a orar y dedicar el resto de sus días a la vida
contemplativa.
Anacoreta convencido, Genadio
encontró en El Bierzo las mismas sensaciones que Jesús fue a buscar
al desierto de Galilea. En el Valle del Silencio, a los pies de los
Montes Aquilanos, halló su hogar un Genedio que solía morar en
alguna de las cuevas que aún son visibles en la comarca.
Fundó varios monasterios y
restauró otros tantos, y a su muerte fue aclamado santo por el
fervor popular. Los fieles católicos se dirigían en romería a las
cuevas que habían servido de celda natural a Genadio, que con Santo
Toribio, es copatrón de la diócesis de Astorga.
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