Ambrosio, uno de los Padres Latinos de la Iglesia, comenzó desempeñando cargos administrativos en el Imperio Romano, y sin estar bautizado fue propuesto para ostentar el obispado de Milán. Por tanto antes de acceder al cargo fue instruído, y como no podría ser de otra manera, bautizado, y aunque en principio él no lo fuera, debía estar relacionado con círculos frecuentados por cristianos.
Una vez ocupada la cátedra de Milán, se dedicó a estudiar a los escritores cristianos, y también a los autores clásicos y paganos. Además combatió con fuerza y dedicación el arrianismo.
Mantuvo una actitud también ambigua con los autores clásicos; había que utilizar unos y desechar a otros, según una elección basada en unos criterios que no siempre nos resultan tan claros. Estos primeros sabios cristianos, tenían una formación de los autores clásicos anterior a su conversión, de ahí su interés en conservar el legado de éstos.
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