Angkor, la milenaria ciudad-templo ubicada en las selvas lluviosas de la llanura camboyana, fue capital y centro espiritual del Reino Khmer. En 1861 el viajero y naturalista francés Henri Mouhot redescubrió el templo de Angkor-Vat, que había pasado siglos oculto en la jungla olvidado por el mundo, y resucitó la cultura Khmer (también escrito jemer).
El Reino Khmer ubicado en la Camboya actual tuvo su origen bajo el reinado de Jayavarman II (802 - 850) descendiente del legendario Kambu Svayambhuya. Cuando Jayavarman II se sentó en el trono se autroproclamó rey-dios, cuyo poder le había sido concedido por el dios del panteón hinduísta Siva. Desde el mismo origen de esta monarquía divina, los reyes khmer exigían lealtad absoluta a su súbditos. Dos veces al día el rey se asomaba por una ventana del palacio para dirigir asuntos varios y atender quejas y propuestas.
El reino khmer pasó varios años comerciando con la India, por lo que sus relaciones se fueron fortaleciendo. Fruto de esa intensificación de los contactos con el subcontinente indio, los khmer adoptaron muchos aspectos de su cultura, especialmente la religión y el florido y ornamentado estilo arquitectónico. A partir del siglo XII también el budismo comenzó a difundirse entre las clases populares.
La mayor parte de la población khmer vivía al completo servicio del rey-dios. Los eficientes ingenieros khmer idearon y construyeron un sofisticado sistema de canalizaciones y riego, cuyo objetivo era obtener cosechas abundantes a fin de alimentar a los sacerdotes, cortesanos, funcionarios y artistas que vivían alrededor de las enormes y suntuosos palacios-templo.
Angkor Vat o "Templo Ciudad" es el más destacado centro de la cultura khmer, con una población de un millón de habitantes para dominar un territorio de cinco millones de kilómetros cuadrados. Consistía en una compleja combinación de templos y palacios donde residían los reyes-dioses, y también el lugar donde eran sepultados antes de reunirse definitivamente con los dioses superiores. Las ruinas de Angkor, a pesar de la invasión de la vegetación, sigue siendo el testimonio del inmenso poder y riquezas de este imperio del sudeste de Asia. Cada rey construyó su propio templo extendiendo el recinto por varios kilómetros a la redonda.
El recinto sagrado fue construido en el año 1113 por Suryavarman II. Los edificios se construían combinando diferentes materiales constructivos como la piedra y el ladrillo, y se decoraban con relieves sobre mitología hindú, las batallas libradas por los ejércitos khmer y lujosas procesiones reales. Angkor Vat estaba rodeada por un gran foso y el terraplén que conducía al templo se encontraba flanqueado por imágenes de nagas de siete cabeza.
La Naga era una serpiente mítica, inspirada en la cobra real y era la representación del espíritu del agua, benévolo y revitalizador.
Jayavarman VII (1181 - 1218) representado en esta gigantesca escultura de cuatro caras, expulsó a los invasores cham, que en 1117 remontaron el río Mekóng atacando la capital por sorpresa, y reconstruyó Angkor, y a diferencia de otros reyes abrazó el budismo en vez del hinduismo.
Naga es una manifestación mítica de la vinculación decisiva de la cultura khmer con el agua. Situado en el Asia monzónica, para el Reino Khmer el agua tenía un papel fundamental. De mayo a octubre sopla el monzón, las lluvias estivales desbordan el cauce del Mekong que cubre de limo las tierras donde se cultiva el arroz (principal cereal de esta región de la Tierra). Con el agua de lluvia embalsada y canalizada, se regaban los campos de cultivo y la población combatía el sofocante calor bañándose varias veces al día. Se han documentado las ruinas de varias piscinas de palacio.
En ese sentido, Indravarman I diseñó una red embalses para regar los campos de arroz, que fue ampliada y reparada durante los siglos XI y XIII, y estuvo en funcionamiento hasta la desaparición del reino khmer en el siglo XV, llegando a alcanzar una extensión de mil kilómetros.
Para almacenar el agua sobrante regalada por las lluvias monzónicas se construyeron grandes depósitos llamados "baray" y que al parecer alcanzan los mil años de antigüedad. El agua contenida en estos baray servía para irrigar los campos en las épocas más áridas.
Angkor se situaba al norte del lago Tonle Sap. Cada año sus aguas se desbordaban y las poblaciones vecinas aprovechaban para extraer enormes cestos llenos de peces. Los habitantes de estas aldeas vivían en las inmediaciones del lago, residiendo en casas de "bálago" construidas sobre pilotes, semejantes a los palafitos europeos.
Los escribas, sabios y eruditos utilizaban fragmentos de palma para escribir. Las hermosas plumas de pavor real y martín pescador eran muy apreciadas entre los grupos sociales más acomodados.
Ápsaras eran bailarinas celestiales situadas sobre los muros de Angkor y no paraban jamás de danzar para deleitar permanentemente a los dioses.
El pequeño elefante asiático de bosque era utilizado para el transporte y la caza. También hay documentos que los muestran como integrantes de los ejércitos jemeres en su continuos combates con otros vecinos de la región. Imprescindibles además para los trabajos de explotación en las profundas junglas camboyanas.
En el año 1431 los siameses invadieron Camboya, saqueraron Angkor Vat y pusieron fin a su imperio. Los khmer se retiraron hacia el sur, a Phnom Penh. Este es el elemento más espectacular de los que contribuyeron al final del esplendor Khmer, pero por supuesto, no es el único. De manera similar a lo que ocurrió en Europa con el Imperio Romano, varios fueron los factores que enterraron Angkor en la profunda jungla del olvido. Superpoblación, querellas religiosas entre budismo e hinduísmo, cambios en la actividad comercial y especialmente algunas décadas, finales del siglo XIV y comienzos del XV, en que el monzón no sopló, no trajo sus lluvias, lo que provocó una pertinaz sequía, para la que los jemeres no estaban preparados.
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