San Jerónimo (c 342 - 420) estudió en Roma y por tanto recibió una educación esencialmente pagana. Sin embargo en la capital imperial se convirtió al catolicismo. Pero esa conversión no borró de su mente todo lo que había estudiado y aprendido. Realizó importantes viajes por territorios imperiales, recorrió la Galia y visitó Constantinopla. Además, Jerónimo fundó algunos monasterios, tanto en Oriente, Belén, como en Occidente, concretamente en una de sus propiedades a las afueras de Roma. A su regreso a Roma fue secretario del papa Dámaso I. Personalidades como Jerónimo, junto con los obispos católicos, son reconocidos como los intelectuales de su época.
Jerónimo, personaje de notable intelecto, participó activamente en las controversias de su época. Se comprometía con los problemas del momento, destacando sus escritos sobre Doctrina Moral y Vida Austera. Por otro lado, Jerónimo fue un gran estudioso de la Biblia y realizó importantes comentarios, exégesis de los textos bíblicos. Por tanto, ya no bastaba únicamente con leer las Sagradas Escrituras, también era necesario conocer los comentarios que los Padres de la Iglesia hacían sobre la Palabra Escrita. En ese sentido, Jerónimo está considerado el más importante exégeta bíblico de la Antigüedad.
Al mismo tiempo, San Jerónimo tuvo la curiosidad de fija el texto sagrado, siendo él quien tradujo la Biblia al latín. Una obra que sería conocida como "Vulgata". Un texto definitivo que va a ser constantemente reproducido, estudiado y comentado.
La actitud que mantuvo Jerónimo ante los clásicos fue ambigua, ya que era partidario de no rechazar categóricamente los clásicos paganos. El conocimiento surgido de ellos debía pasar a esta nueva sociedad cristiana. Sin embargo, defendía que había que realizar una selección de los autores paganos, no todos ellos debía pasar al acervo cultural cristiano.
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