martes, 30 de enero de 2024

TERCER ENTORNO, TELÉPOLIS Y NEOFEUDALISMO.

 



La historia de la Humanidad es la historia del desarrollo tecnológico. Por otro lado, los humanos somos animales tremendamente sociales, basamos nuestra existencia en el establecimiento de complejas relaciones con los demás. Las revoluciones tecnológicas siempre han venido acompañadas de profundas transformaciones en esas relaciones sociales. Las innovaciones implementadas en las últimas décadas han modificado radicalmente nuestras formas de vida. El filósofo Javier Echeverría se refiere a esto como Tercer Entorno (en su libro Los señores del aire: Telépolis y Tercer Entorno). Un concepto que sirve para explicar el mundo en este siglo XXI, un elemento más del antropoceno.


La impantación constante de nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones (sin olvidar la biotecnología y las inteligencias artificiales), en nuestras vidas, están diseñando un “escenario que difiere profundamente de los entornos naturales y urbanos en los que tradicionalmente han vivido y actuado los seres humanos”. Los seres humanos vivimos originalmente en el primer entorno, después mayoritariamente en el segundo entorno y actualmente, superados los dos anteriores, lo hacemos en el tercer entorno.


♠ Primer entorno.

El primer entorno nos retrotrae al medio natural y físico, a la humanidad primigenia, a la infancia de la especie; el cazador-recolector, el nómada y el mito del buen salvaje. La vida gira en torno al cuerpo humano, la familia, el clan, la tribu, los ritos, las creencias y la tierra que pisamos.


♠ Segundo entorno.

El segundo entorno es el de la ciudad, la civilización con sus logros y miserias, la construcción de las relaciones sociales en el medio urbano. El urbanita y su evolución hacia el cosmopolita. El día a día se encuentra inmerso en el ambiente social de la ciudad y del pueblo, un entorno social y cultural, pero también (y especialmente) económico. La vida se organiza a través del taller, el mercado, la industria, la empresa, la iglesia, el estado y la nación. Parte del tiempo lo dedicamos a trasladarnos físicamente de un lugar a otro (de la casa al trabajo, del trabajo al ocio) de este segundo entorno. La vida cotidiana se llena de esperas, de tiempo perdido.


♠ Tercer entorno.

El Tercer entorno viene impuesto por las nuevas tecnologías, y cada vez es más complicado escapar de ellas, mantenerse al margen. Tecnología de la información y telecomunicaciones cada días más eficaces en su cometido de crear un mundo interconectado de forma permanente, una Aldea Global, un nuevo espacio social que engloba a todo el planeta con capacidad para interactuar a distancia. Nos hemos convertido en tecnopersonas, ya que nuestra forma de comunicarnos, leer, escribir, pensar, imaginar, incluso sentir, han pasado del plano físico, al plano virtual. Este entorno podemos pensarlo en términos urbano; telépolis. Todos conectados, pero (casi) todos solos (y aislados). Poco a poco las personas nos vamos convirtiendo en piezas sustituibles de un enorme engranaje. Las redes que sustentan todo este entramado social están basadas en el flujo continuo de información.


Echeverría lo explica de la siguiente manera: “El desarrollo de la sociedad de la información forma parte de un proceso más amplio, que implica la aparición de un tercer entorno, diferente de los dos entornos clásicos (naturaleza y ciudad) en los que los seres humanos interactúan. La construcción de este tercer entorno (tecnológico y a distancia) puede ser equiparada a la construcción de una ciudad global (Telépolis). Para ello, no solo es preciso construir las infraestructuras mundial y nacionales de la información, sino que también hay que atender a las infraestructuras locales y domésticas de la información”.


En el tercer entorno lo material (característico de los otros dos entornos) es completamente sustituido por lo informacional y virtual, un mundo artificial, alejado de la naturaleza (en peligrosa contradicción con nuestra propia biología), tecnologías que van modificando las relaciones sociales, los afectos, las emociones y los sentimientos. En relación a telépolis surge la posibilidad del telecuerpo. Nuestro cuerpo físico pertenece a los dos primeros entornos, pero puede participar en el tercero. Metaverso a la vuelta de la esquina. Dejamos de pisar la tierra, y nos desplazamos por el aire, todo más rápido y frenético, si no es inmediato, no vale nada. El ciberespacio fagocitando el universo físico.


Otro filósofo, Rafael Guardiola, opina (acertadamente) que vivir en la tecnópolis nos aleja (aún más) de una sociedad libre y democrática, nos aproxima a una especie de neofeudalismo. En palabras del propio Guardiola; “Esta nueva sociedad virtual, altamente jerarquizada, está presidida por los Señores del Aire . . . Señores feudales y las relaciones de vasallaje . . . Se trata de los Consejos de Administración de las empresas multinacionales . . . que construyeron y mantienen las estructuras de Tecnópolis”.


Estos señores feudales de la posmodernidad, émulos de aquellos señores del acero y de la guerra, luchan entre sí, compiten por conquistar nuevos territorios (virtuales), ampliar sus empresas, eliminar y/o absorber a la competencia y agrandar hasta el infinito sus redes de poder e influencia. Y nosotros consumidores, simples mortales de carne y hueso (que ríen y lloran según el momento) nos convertimos (muchas veces voluntariamente) en los nuevos siervos. Ahora el diezmo es la cuota que gustosamente pagamos por los servicios que nos ofrecen. Servicios que utilizan para mantenernos controlados y sometidos.


Javier Echeverría publicó el libro en 1999, cuando aún se pagaba en pesetas. Los nacidos a partir de esa fecha, más o menos, han desarrollado toda su vida en este tercer entorno. Dos mil quinientos años después, hemos vuelto a la Caverna de Platón.

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