A pesar de no ser citado
habitualmente por la historiografía española o mencionado
simplemente como subsidiario de Asturias, León y Castilla, durante
la Edad Media surgió en el cuadrante noroccidental una entidad
territorial con empaque e identidad propia y diferenciada, el Reino
de Galicia, ¿una reivindicación nacionalista o una realidad
histórica?.
La rica mitología gallega,
cuyos ecos resuenan aún en pleno siglo XXI, convierte a Gomer,
primogénito de Jafet y nieto del patriarca Noe, en el fundador del
pueblo gallego. Celtas, romanos y suevos contribuyeron a forjar la
personalidad de las gentes que vivieron y estercolaron estas tierras.
“Sobre los cimientos de un
alma celta, cuya sutil trama intrahistórica permanece a lo largo de
los siglos aflorando en las cantigas de los cancioneros medievales o
en los versos graníticos de Eduardo Pondal, el factor suevo engendra
en tierras del noroeste peninsular la primera monarquía católica
española, la cual, después del paréntesis visigodo, resurge en el
Reino de Galicia, en lo humano y geográfico recortado en el siglo
XII al formarse Portugal, pero en límites precisos que poco a poco
remacharán las instituciones posteriores. En lo eclesiástico la
urbe compostelana, archidiócesis florecida sobre la tumba del
Apóstol Zebedeo, en lo político, a medida que los Reyes de Galicia
consigan ir domeñando altiveces feudales de magnates potentísimos,
sea apoyándose en nacientes fuerzas populares cual Fernado II,
Alfonso IX, Enrique IV o los Reyes Católicos, sea robustenciendo la
propia autoridad de la Corona, como Alfonso XI o Enrique III, sea
modelando un sistemas de organismos peculiares del Reino como los
Felipes II y III”.
Francisco Elías de Tejada.
“El Reinado de Galicia”.
Alfonso I, auténtico creador
del Reino Astur, incorporó a sus dominios toda la Gallaecia romana,
incluyendo los castros célticos y las ruinas del reino suevo. Bajo
tierra se ocultaba un prodigio que aún debía esperar un tiempo para
ser revelado. Para regir los destinos de Galicia, los monarcas
asturianos enviaban a sus príncipes herederos que gobernaban como
asociados al trono. Con Ordoño II, hijo de Alfonso III aparece por
ver primera un rey de Galicia.
Galicia volvió a cobrar
protagonismo en el marco del conflicto abierto entre Alfonso IV y su
hermano Sancho, hijos de Ordoño II de León. Sancho Ordoñez se
atrincheró en tierras gallegas y consiguió ser ungido rey de
Galicia en la catedral de Santiago de Compostela. Durante los tres
años que duró su reinado mantuvo de facto la independencia
de su reino.
El Reino de Galicia como tal
surge con el reparto que Fernando I hace entre sus hijos Sancho,
Alfonso y Garía. El menor de ellos, García coronado rey de todos
los gallegos. Galicia continuó unida a la monarquía leonesa,
disfrutando de la condición de reino aparte. Los conflictos entre
los señores gallegos – nobles y religiosos – y los monarcas
leoneses fueron continuos (y recurrentes) en el tiempo, con episodios
especialmente cruentos, como el que enfrentó al obispo Diego Peláez
y el rey Alfonso VI.
Alfonso VI, aunque conservó
para sí el título, dividió Galicia en dos partes y la entregó a
sus hijas (a través de sus yernos borgoñones), el condado
portucalense al sur para Teresa y el reino de Galicia en el norte
para Urraca. Parte de la nobleza gallega apoyó a la reina Urraca
durante su enfrentamiento con su segundo marido, Alfonso I de Aragón.
Para los devotos del documento
escrito he aquí una prueba de la existencia veraz del Reino de
Galicia. En una misiva dirigida por el papa Urbano II a Alfonso VI de
Castilla y León, se refiere al monarca como: “Regi Ildefonso
Gallitie”. No obstante, quizás esto no demuestre su autonomía
(algunos dirán que ni siquiera su existencia), y simplemente se
trate de una fórmula protocolaria más. Opiniones para todos los
gustos (y tendencias). Teniendo en cuenta el estado actual de la
cuestión, el debate continuará abierto mucho tiempo.
El descubrimiento en Iria
Flavia del cuerpo del apóstol Santiago (durante el reinado de
Alfonso II de Asturias) y la puesta en marcha de las peregrinaciones
xacobeas fueron los aspectos que determinaron la consolidación de la
entidad gallega en el marco del Feudalismo europeo. Con Alfonso VI
las peregrinaciones a Santiago se sistematizan, vienen romeros de
todos los rincones de Europa revitalizando la vida urbana a lo largo
de todo el Camino. Comienza un época de gran esplendor en Galicia,
cuya culminación fue la construcción de la catedral románica de
Santiago de Compostela.
Fernando III “el Santo”
unifica definitivamente (aunque en la historia nada es definitivo)
León, Castilla y Galicia. En los siglos venideros, la prosperidad
económica y la influencia de los linajes nobiliarios autóctonos,
convirtieron a Galicia en una de las regiones más importantes de la
Corona de Castilla. En la Baja Edad Media la crisis generalizada que
afectó a toda Europa Occidental también se sentó en Galicia,
siendo los hitos fundamentales de esta época, el movimiento
irmandiño y los enfrentamientos de algunos nobles gallegos – Pardo
de Cela, Pedro Madruga de Sotomayor – contra el autoritarismo
creciente de los Reyes Católicos.
Las siete estrellas del escudo
de Galicia corresponden a las siete provincias eclesiásticas en que
se dividía este reino medieval; Tuy, Mondoñedo, Lugo, Santiago de
Compostela, Betanzos, La Coruña y Ourense. Los citados eran, además,
las núcleos urbanos más prósperos y destacados.
Reino independiente, condado o
provincia, poco importa en verdad. Galicia es, sin duda, uno de los
territorios españoles con una personalidad más definida. Lengua,
gastronomía, música y tradición formal la auténtica esencia de un
pueblo.
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