El Partenón es el templo más destacado de la Acrópolis de Atenas y uno de los más importantes de la arquitectura occidental. Construido entre los años 447 – 432 a.C., por Ictinos y Calícrates bajo la supervisión de Fidias.
Por el esfuerzo conjugado de un escultor y de un arquitecto, por la habilidad técnica de Ictino puesta al servicio de las exigencias de Fidias, se emprende el camino de esta conquista que fue el Partenón, el menos clásico de los templos griegos, el más cargado de anomalías y de extranjerísmos, que no fue nunca imitado, pero que está en el origen de múltiples innovaciones posteriores.
Jean Charnonneaux.
La Grecia Clásica.
Contexto histórico.
El Partenón fue edificado durante la etapa denominada “plena época clásica”, que se desarrolló después de la Segunda Guerra Médica contra los persas (480 – 479 a.C.). Durante el transcurso de este conflicto los atenienses se vieron obligados a evacuar la ciudad, la cual acabó siendo saqueada por las tropas de Jerjes, el rey persa. No obstante la victoria final correspondió a los griegos, Atenas aprovechó la situación para consolidar su hegemonía sobre toda Grecia. Liberada del peligro persa Atenas comenzó un proceso de reconstrucción de edificios que habían quedado arruinados por la guerra. Las actuaciones fueron especialmente intensas en la Acrópolis, destacando por encima del resto de edificios el Partenón, que vino a sustituir a otro edificio que se estaba levantando en el momento de la invasió persa. La construcción del Partenón coincidió con la época de Pericles (443 – 429), bajo cuyo gobierno se consolida el sistema democrático, y la ciudad vive unos años de esplendor, paz, prosperidad e influencia cultural y política.
La reconstrucción de la Acrópolis representa una celebración de la victoria sobre los persas, pero al mismo tiempo era una manera de reafirmar la supremacía de Atenas. Pericles, que dominó de hecho la vida política ateniense haciéndose elegir estratega durante treinta años seguidos, conocía perfectamente el valor propagandístico de la arquitectura monumental, tanto para afirmar la superioridad de los griegos sobre los persas como, más especificamente, para destacar la hegemonía de Atenas sobre los aliados de la liga que habían formado las ciudades-estado helénicas para defender la libertad de Grecia de la siempre presente amenaza persa. La Acrópolis, en efecto, fue reconstruida con los fondos de la liga, a los que habían contribuido los aliados. De todos los proyectos de Pericles, el primero en realizarse fue el templo más grande del conjunto, el Partenón, dedicado a Atenea, diosa protectora de la ciudad. En su interior se hallaba una gigantesca estatua de la diosa, obra de Fidias.
Mary Hollingsworth
Historia Universal del Arte.
Análisis formal.
El Partenón es uno de los ejemplos más significativos del orden dórico griego, una construcción realizada utilizando sillares de mármol.
Planta y alzado.
Presenta planta rectangular de 70x31 metros, con cubierta de madera a dos aguas, que ya no existe. Templo octósilo (ocho columnas en su frente) y peristilo de 17 columnas en cada uno de sus lados mayores. Edificio de proporciones armónicas, columnas dóricas y gran esmero en las correcciones ópticas.
La fachada octástila permite el paso a la pronaos, y desde aquí se accede a la cella o capilla, aislada del resto del edificio mediante un muro de sillares. En esta estancia se alojaba la estatua crisoelefantina (oro y marfil) de la diosa Atenea Parthenos, a quien estaba consagrado el templo. En la parte trasera se localiza el opistodomo, una sala aislada del resto del edificio en la que se custodiaba el tesoro del templo y los objetos de culto de la diosa.
Todo el conjunto se asienta sobra una plataforma, y siendo obra de estilo dórico, las columnas carecen de basa y arrancan directamente sobre el etilóbato. El fuste tiene estrías de arista viva y hacia el centro se produce un leve ensanchamiento o éntasis, que sirve al arquitecto para corregir los efectos de proporción que acusaría el ojo humano a la vista del edificio. Por el mismo motivo, las columnas aparecen levemente inclinadas hacia el interior. Los fustes rematan en una moldura cóncava, el collarino, sobre el cual se asienta el capitel, de apariencia geométrica y compuesto de dos elementos: el equino y el ábaco.
Por el carácter de Atenea, diosa combativa y belicista, se erigen los capiteles dóricos, simbolizando lo masculino. Por su carácter femenino, su delicadeza y su belleza, se colocan también capiteles jónicos.
Entablamento, cubierta y frontones.
El entablamento se concibe dividido en tres partes: la primera un arquitrabe liso, la segunda el friso, constituido por una sucesión alternante de triglifos y metopas, y la tercera es la cornisa que remata el conjunto, sobresaliendo respecto al resto de elementos.
El empleo de una cubierta a dos aguas genera en cada uno de los lados menores un amplio espacio triangular, el frontón, cuyo perímetro exterior aparece recorrido por una cornisa saliente, de modo que el espacio interior o tímpano fue decorado por Fidias con un programa escultórico.
Análisis simbólico.
Este templo, como lugar de culto de Atenea, viene a simbolizar a la propia diosa, sobre todo en su consideración de divinidad protectora de la polis ateniense. En ese sentido destaca especialmente la decoración escultórica que originariamente presentaba el edificio.
Los frontones.
El frontón oriental, situado en la fachada principal, representa el Nacimiento de Atenea, surgiendo ya madura y completamente armada de la cabeza de Zeus.
Niké está coronando a la diosa recién nacida, y Hermes y Hefaisto, que han actuado como parteros, huyen asustados ante tan extraordinario alumbramiento. Esta escena se ha perdido, pero se conservan los restos de otros dioses que acompañan al acontecimiento como Deméter, Dionisios, Hestia, Afrodita . . .
En la fachada trasera, en el frontón occidental aparece representado el combate (o certamen) entre Atenea y Poseidón para dilucidar quién sería patrón de Atenas y de toda Ática (la región a la que pertenece Atenas). Poseidón lanza su tridente y hace brotar un manantial. Atenea, la vencedora, arroja su jabalina haciendo germinar un olivo. Junto a ellos aparecen otro dioses, héroes, caballos...
Metopas.
Las metopas son losas cuadradas con relieves que cubren el friso exterior, que se alternan con los triglifos, otras losas, también cuadradas, con tres barras verticales.
Las metopas son 92, 14 en las fachadas frontales y 32 en las fachadas laterales. Sus relieves, son casi exentos, con personajes desnudos o ataviados con ropajes muy finos (casi transparentes), animales y seres mitológicos.
Las metopas de cada fachada pertenecen a un elaborado programa iconográfico, centradas en cuatro temas mitológicos.
Fachada oriental, y principal => gigantomaquia
Fachada occidental y trasera => amazonomaquia
Fachada norte => guerra de Troya
Fachada meridional => centauromaquia.
Todo el conjunto representado en las metopas simboliza la capacidad de la polis de Atenas para vencer a sus enemigos.
Friso de las Panateneas.
Finalmente a lo largo del muro de la cella corre un friso que representa una procesión que se celebraba en Atenas. Es de estilo jónico pues presenta friso corrido sin metopas ni triglifos. Estamos ante un relieve más plano que los de las metopas y frontones.
El friso representa una escena narrativa que recoge los detalles de la fiesta de las Panateneas, las celebraciones religiosas más antiguas e importantes de la ciudad de Atenas. Destaca la procesión de las doncellas con el peplo que han tejido para la diosa, el banquete, jinetes, carros, portadores de ofrendas . . . Todo ello es un reflejo de la propia polis ateniense y de sus valores cívicos, de su organización y de sus costumbres.
La decoración del Partenón, que debía traducir en imágenes la victoriosa conclusión de la guerra, fue confiada a Fidias, amigo de Pericles. Los dos frontales fueron decorados con escenas cuya protagonista era Atenea, a quien se atribuía el verdadero mérito de la victoria. Otras imágenes celebran en cambio la supremacía de los dioses sobre sus enemigos, simbolizando al mismo tiempo el prestigio de Grecia en general y de Atenas en particular. La Gigantomaquia, es decir, la mítica batalla entre dioses y gigantes, conmemora por alusión la estrepitosa victoria de los griegos sobre los persas; en efecto, estos últimos son más fuertes y numerosos, pero la inteligencia prevalece sobre la fuerza bruta. Imágenes como la de los Lapitas enfrentádose a los Centauros ponen de relieve, entre otras cosas, la superioridad fisica y cultural del griego sobre el bárbaro, que se compara con la del hombre sobre la bestia.
Mary Hollingsworth.
Historia Universal del Arte.
Fidias.
En todo este esmerado programa escultórico, así como en el diseño de las trazas generales del templo, se ha creído ver la mano de Fidias, el más destacado de los artistas atenienses del siglo V a.C. Sin embargo, las diferencias estilísticas dentro del conjunto son tan marcadas que puede darse por segura la participación de varios artistas para rematar tan amplia obra.
Mientras se construía el templo se empezaron a labrar las esculturas para decorar los frontones y, cuando al cabo de los años estuvieron acabados, se comprobó que habían quedado anticuados a causa de la rápida e intensa evolución estilística del momento. Para paliar la situación, se decidió renovar el frontón de la fachada oriental, que era la principal, renovación que consistió en esculpir el frontón de nuevo […].
De la Atenea del frontón oriental sólo se conserva la cabeza, pero basta ver la estructura y el óvalo del rostro para advertir la evolución. Idéntica conclusión se saca al observar la figura sensacional de Heracles, arquero arrodillado […]. Por su parte, el guerrero caído y moribundo es de un atrevimiento asombroso, pues apoyado en el borde del escudo gira sobre sí mismo a punto de derrumbarse. La impresión que se tiene de él es que de un momento a otro va a rodar del frontón, efecto que seguramente acrecentaba la altura.
Pilar Leon Alonso: El arte Griego II
Madrid, Historia 16, 1993.
Historia posterior.
La historia posterior del Partenón ha estado llena de acontecimientos variados. Durante los siglos posteriores a su construcción el edificio se conservó casi intacto, siendo primero iglesia bizantina y más tarde catedral cristiana, para lo que se añadió un campanario. Cuando los otomanos conquistaron la ciudad lo convirtieron en mezquita y su campanario en minarete. En el siglo XVII una bomba veneciana hizo estallar el polvorín que los turcos habían depositado en su interior, destruyéndose totalmente la cella y algunas de las columnas. En el siglo XIX, en la época del imperialismo, los ingleses despojaron al templo de buena parte de sus esculturas, expustas desde entonces en el Museo Británico. En el siglo XX se llevó a cabo su reconstrucción. Sin embargo, hoy el edificio se enfrenta a un nuevo enemigo: la contaminación atmosférica. A pesar de estos ataques, el Partenón sigue ahí, desafiando al tiempo, en una lección de supervivencia, sobriedad y belleza atemporal e insuperable.
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