Las dinastía
gobernantes, predestinadas y elegidas por la divinidad tienen un
primer ancestro, y de él suelen tomar su nombre. Piast es el
patriarca legendario de la familia Piasta que puso las bases del
estado y reinó en Polonia.
Piast era un artesano
fabricante de ruedas, que en cierta ocasión ofreció alojamiento a
dos extranjeros, vagabundos y desconocidos. A la mañana siguiente,
en agradecimiento por la hospitalidad, los huéspedes lanzaron una
bendición sobre la casa de Piast: en el granero nunca faltaría
alimento. Entusiasmados, los vecinos decidieron, por unanimidad, que
Piast fues su nuevo príncipe.
Como sucede con todas
esta figuras míticas, documentar su existencia es una tarea
prácticamente imposible y ciertamente innecesaria.
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