La población de Caravaca de la Cruz, en la Región de Murcia, es famosa por ser sede de la Vera Cruz, un relicario que contiene en su interior un Lignum Crucis, es decir, una fragmento de madera de la cruz donde Jesús de Nazaret fue muerto.
La Vera Cruz se encuentra en la Basílica-Fortaleza, un edificio muy restaurado a lo largo del tiempo, pero aún conserva buena parte de su original amurallamiento medieval. Los caballeros de la Orden del Temple fueron sus primeros custodios.
Según la tradición que se ha conservado en el lugar, la presencia de la Vera Cruz en Caravaca data del año 1231, tiempos en que Fernando III reinaba en Castilla y León, y Jaime I en Aragón, poco antes que el Reino de Murcia pasase a ser vasallo de Castilla.
En la catedral de Murcia, un documento de 1285 describe el escudo de Caravaca con la cruz sobre una vaca; una prueba de que para esta época la cruz estaba presente en la mente popular. El nombre oficial de la reliquia es Vera Cruz, nombre significativo que la relaciona con el Temple, pues en donde hubo templarios, aparece con frecuencia este título.
La procedencia de la cruz es oriental, y pertenecía al patriarca Roberto de Jerusalén. Reliquias, oriente y el temple; la relación es, cuanto menos, sugerente, máxime cuando los templarios fueron los primeros proteger la Cruz de Caravaca, y quien sabe, si no fueron ellos mismos, los que la trajeron a tierras murciana desde Tierra Santa.
El Temple permaneció en Caravaca unos cuarenta y seis años, entre 1266 y 1312, estableciendo en este lugar una circunscripción templaria, que abarcaba un territorio muy extenso, que contaba con varios castillos. Es importante resaltar, una vez más, la relación entre la cruz oriental y la famosa orden de caballería, fundada precisamente en Jerusalén, que es además el primer lugar donde tenemos noticias de la Cruz.
La Corona de Castilla asienta en estos lugares a la Orden del Temple, inmediatamente después de la Reconquista de la región. Años más tarde, coincidiendo con la disolución forzosa, y forzada, del Temple, el rey Alfonso XI cede Caravaca a la más española Orden de Santiago.
Para dar más veracidad a la presencia templaria en Caravaca, en el paraje conocido como Fuentes del Maqués, un precioso parque, en que las ardillas, sus más divertidas inquilinas, campan a sus anchas, se alza un torreón, que acoge hoy el centro de interpretación del lugar, y que es conocida como Torre de los Templarios.
La torre en cuestión fue edificada durante los siglos XVI y XVII, posiblemente procediendo a la reconstrucción de otra torre anterior, muy posiblemente de origen templario.
La función de esta torre primigenia, erigida en el siglo XIII, coincidiendo con el dominio del Temple de estas tierras, estaría vinculada al control de las abundantes fuentes de agua allí existentes y de los campos de cultivo que estas aguas permitían regar.
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