El llamado Escriba Sentado del Louvre es una escultura policromada tallada a partir de un único bloque, de ahí la sensación de encontranos ante un cubo. Esta pieza escultórica en piedra caliza blanca, pintada en colores ocres y pardos, tiene ojos incrustados con pupilas de cristal de roca y pestañas de cobre, data de la Dinastía V, durante el Imperio Antiguo Egipcio.
Los artistas egipcios no buscaban la belleza ni el movimiento en sus representaciones, sino trataban de captar la esencia de la persona. Estas manifestaciones artísticas seguían un lenguaje convencional y concreto, tendente a la idealización, la frontalidad, el hieratismo, la rigidez y las formas cúbicas. Otra peculiaridad es la falta de expresión en el rostro, los ojos almendrados y le mirada lejana. No obstante, el Escriba Sentado a pesar de su estatismo, muestra más naturalidad y humanidad.
El escriba, que no siente vergüenza en mostrar su obesidad, aparece sentado, con las piernas cruzadas y sobre ellas sostiene un papiro desplegado, mientras está a punto de comenzar a escribir, sin embargo, el cálamo que sostenía en su mano se ha perdido, y nunca podremos saber que pretendía escribir.
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