lunes, 15 de noviembre de 2021

ARTE PALEOCRISTIANO Y BIZANTINO. INTRODUCCIÓN.

 


La etapa histórica que transcurre desde los últimos siglos de la Antigüedad hasta los comienzos de la Edad Media fue testigo del triunfo de una nueva religión, surgida en Oriente y que se extendió rápidamente por todo el Occidente romano: el Cristianismo.

En ese sentido el arte paleocristiano responde a las manifestaciones artísticas realizadas por las primitivas comunidades cristianas durante los 600 años que siguieron a la muerte de Cristo. En esas seis centurias el Cristianismo vivió dos etapas completamente diferentes, momentos históricos que tendrán su reflejo en las manifestaciones artísticas.

Durante los tres primeros siglos de existencia, las producciones cristianas son nulas, o muy poco relevantes, debido principalmente al ambiente de prohibición y persecución que vivieron los cristianos. Esta situación cambió radicalmente a principios del siglo IV. En el año 313 con el Edicto de Milan, el emperador Constantino reconoció la religión cristiana, dando por terminadas las prohibiciones y persecuciones. A partir de este momento el Cristianismo puede abandonar las catacumbas y la clandestinidad, comienza a ser visible y sus manifestaciones artísticas más significativas.

Su área de expansión será la propia de la difusión del cristianismo, esto es, toda la fachada norte y este del Mediterráneo, desde Tierra Santa hasta la Península Ibérica. El arte paleocristiano se prolongó hasta el siglo VII con lo que convivió en el espacio y el tiempo con otros estilos artísticos como el romano (del Bajo Imperio) y el bizantino.

La irrupción, y el posterior triunfo del Cristianismo, coincidió con la profunda crisis que azotó al Imperio Romano a partir del siglo III (muchos culparon a los cristianos de esa crisis). Como intento desesperado por superar la crisis, y evitar el desmoronamiento del Imperio, Constantino el Grande, lo divisió administrativamente, situando una nueva capital en Oriente, la ciudad de Constantinopla (Bizancio), la actual Estambul. El Imperio de Occidente desapareció definitivamente en el 476, mientras que el Imperio de Oriente comenzó una lenta transformación, prolongando su existencia otros mil años, como Imperio Bizantino, hasta que en 1453 fue destruido por los turcos otomanos.

El área de influencia bizantina se corresponde, básicamente, con el Mediterráneo Oriental, aunque durante un tiempo fue capaz de extender sus dominios a zonas de Italia y del sur de la Península Ibérica. Sus producciones artísticas manifiestan influencias mediterráneas y orientales, destacando en los campos de la arquitectura y de la musivaria (mosaicos), siempre al servicio de los intereses civiles y religiosos. Su época dorada corresponde con el reinado de Justiniano (527 – 565).

A pesar de las enormes diferencias entre arte paleocristiano y arte bizantino, presentan en común algunos aspectos básicos:

Ambos parten del arte tardorromano, es decir, de un lenguaje artístico simbólico e irracional, que a partir del siglo III había ido sustituyendo al clasicismo grecorromano.

☻ Predominio de las cuestiones religiosas en todas las manifestaciones artísticas, independientemente de si se trata de arte sagrado o no.


La difusión del cristianismo tuvo como consecuencia un cambio decisivo en el desarrollo de las culturas ligadas al mundo romano. En el 313, con su adopción oficial por el emperador Constantino (Edicto de Milan), el cristianismo pasó a ser el elemento fundamental de las administración del Imperio. También el arte y la arquitectura asumieron entonces nuevas formas y símbolos. Después de los resonantes éxitos de la civilización romana imperial, Roma continuaba siendo un punto de referencia básico en el ámbito espiritual y también en el artístico.

Particularmente la basílica de San Pedro sirvió de modelo para muchos edificios posteriores, como la basílica de Santa Sofía en Constantinopla, que se había convertido en residencia imperial en 330. En este periodo comienza a desarrollarse, tanto en Oriente como en Occidente, el arte del mosaico. Pero paralelamente, la parte occidental del imperio fue invadida por los bárbaros, y Rávena sustituyó a Roma en el liderazgo artístico. El verdadero gran renacimiento político y cultural de Occidente, siempre inspirado en la idea imperial, se deberá al reino carolingio.

Mary Hollingswoth.

Historia Universal del Arte


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