miércoles, 17 de noviembre de 2021

LOS EDIFICIOS BIZANTINOS Y LA CÚPULA: SANTA SOFÍA.

 


La ciudad de Bizancio fue fundada por los griegos en el siglo VII a.C., y refundada por el emperador Constantino en el siglo IV para utilizarla como nueva capital imperial. Con la destrucción del Imperio Romano de Occidente en el 476 el Imperio Romano de Oriente comenzó una transformación, haciéndose más griego y oriental, dando forma a una nueva realidad política, el Imperio Bizantino, que perdurará otros diez siglos (hasta la conquista de Constantinopla por el sultán otomano Mehmet II) en 1453).


La cultura y el arte bizantino presenta influencias helenística, cristiana y oriental, un arte al servicio del poder del emperador que gobierna de manera absoluta en lo político y en lo religioso. A lo largo de la historia del Imperio Bizantino, la evolución artística se divide en tres periodos denominados Edades de Oro, en alusión a la riqueza y la calidad de los materiales empleados.


Primera Edad de Oro. Siglos V, VI y VII.

Alcanzó su máximo esplendor con el gobierno de los emperadores Justiniano y Teodora en el siglo VI. Este período terminó con el estallido de la revolución iconoclasta, contraria a los iconos, de gran trascendencia para el imperio.


♠ Segunda Edad de Oro. Siglos IX, XI y XIII.

La ruptura con la Iglesia de Roma (cisma) supuso el nacimiento de la Iglesia Ortodoxa y el alejamiento espiritual y material de Occidente. Este período concluyó a causa de la Cuarta Cruzada, cuyos caballeros tomaron Bizancio, haciendo tambalearse al Imperio.


♠ Tercera Edad de Oro. Siglos XIV y XV.

El arte bizantino se orientalizó aún más y se expandió por otros territorios, dando lugar a nuevas artes, como el arte ruso. El año 1453 Constantinopla fue conquistada por los turcos, y desparecieron definitivamente el Imperio y el arte bizantinos.


1. ARQUITECTURA BIZANTINA.

El arte bizantino creará nuevas formas arquitectónicas y decorativas que influirán en Oriente (arte ruso) y también en Occidente (arte musulmán, prerrománico y románico). Será un arte oficial y religioso, que respetará el sentido de la proporción y la belleza grieva, pero evolucionará hacia un estilo más estilizado, rígido, simétrido y antinaturalista (típico de Oriente). Cuatro grandes rasgos lo definen: una arquitectura de cúpulas sobre pechinas, la ausencia de estatuas, la importancia del icono y la perfección del mosaico.



La arquitectura bizantina estaba completamente definida en el siglo VI, durante su momento de máximo esplendor bajo el reinado de Justiniano (527 – 565) y su esposa Teodora. Las características principales son las siguientes:

♠ Se emplea el ladrillo como material constructivo fundamental.

♠ Los soportes más utilizados eran el pilar y la columna. Se utiliza un nuevo capitel, con forma de pirámide invertida truncada y con decoración vegetal.

♠ Se construyen edificios de planta centralizada (como los martyria) y basilical, por influencia del arte paleocristiano. La planta centralizada es más frecuente ya que responde a una nueva concepción del espacio; abierto, diáfano, no limitado.

♠ La cúpula se convierte en el elemento de coronación de la cubierta por excelencia, apareciendo varias cúpulas en un mismo edificio. Las iglesias de la primera fase contarán con una cúpula central de grandes dimensiones. La cúpula se construye con materiales ligeros para aliviar su enorme peso.



♠ Uso de pechinas. La gran aportación de los arquitectos bizantinos será encontrar solución a un difícil problema; colocar una cúpula redonda sobre una base cuadrada. Los albañiles de Bizancio solucionarán este problema de empujes mediante el empleo de medias cúpulas o pechinas (triángulos esféricos en los ángulos que facilitan al paso del espacio cuadrangular que hay que cubrir con el espacio circular formado por la cúpula). Estas pechinas se construyen mediante hiladas concéntricas de ladrillo y eran imagen simbólica del Cosmos divino.

♠ Los fuertes empujes verticales y laterales de la cúpula central se equilibran con gruesos muros, contrafuertes, ábsides y con otras construcciones anexas cubiertas con cúpulas más pequeñas apoyados sobre el resto de pilares que completan la planta.



♠ En el interior, los muros se revestían con mosaicos y pinturas que producían un efecto de riqueza y suntuosidad. Sin embargo entre los siglos VIII y IX estalló el movimiento inoclasta que destruyó pinturas sagradas con representaciones humanas de carácter religioso.


♠ Importancia del Icono. Un icono es un cuadro religioso sobre tabla. Con frecuencia se deja al descubierto cara y manos, y el resto se recubre con láminas de plata o de oro. Tendencia a sublimar la realidad. Los iconos bizantinos influirán en Rusia y en la pintura italiana de la Edad Moderna. Los temas más utilizados son el Pantocrátor (Cristo en Majestad, bendiciendo) en la cúpula, el Tetramorfos (los cuatro evangelistas) sobre las pechinas, la Virgen (la Theotokos o Madre de Dios, ofrece al Niño una fruta o una flor) en el ábside, los santos y otros temas evangélicos.



2. SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA.

La iglesia de Santa Sofía (la Santa Sabiduría) está situada junto a una de las principales plazas de la ciudad y es considerada la obra cumbre de la arquitectura bizantina. Según las crónicas, los arquitectos que la construyeron, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, “quisieron levantar un edificio que fuese, para los contemporáneos, una locura, y para las generaciones futuras, una leyenda”.


En el año 532 Justiniano ordena la construcción de Santa Sofía para reemplazar un antiguo templo destruido durante un incendio. Sus arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto consiguen levantarla en tan sólo cinco años (entre 532 y 537). Santa Sofía representa por su monumentalidad y simbolismo el poder teocrático del emperador bizantino Justiniano que soñó con reconstruir el antiguo Imperio Romano.




Su planta sigue el modelo centralizado del martyrium paleocristiano; un espacio basilical de tres naves, en la que se inscribe una planta de cruz griega que sostiene una gran cúpula.



La aportación más importante es una nueva concepción de la cúpula con un carácter simbólico-religioso. El problema de su enorme tamaño se solucionó utilizando pechinas (como se ha explicado en el apartado anterior). La cúpula simboliza la bóveda celeste, se concibe como un microcosmos divino.


La arquitectura bizantina es, como la romana, abovedada, emplea la bóveda del cartón y de arista, pero su gran novedad con respecto a Roma es el empleo sistemático de la cúpula, símbolo de la bóveda celeste, sobre la cruz griega o centrada, símbolo de la perfección divina, aprovechando la experiencia siria y sasánida. Los bizantinos dotaron a sus iglesias de enormes cúpulas asentadas sobre tambores con abundantes ventanas y sostenidas por enorm es estribos, cúpulas menores y exedras. Todo el conjunto se organiza y dispone en función de la cúpula central.

Historia del Arte

María del Rosario Farga Mullor



La cúpula de Santa Sofía tiene su antecedente en el Panteón de Agripa, aunque como hemos visto, no se apoya en un muro circular, sino sobre cuatro pechinas. Se apoya además sobre un tambor con ventanas que iluminan el interior y acentúan la ligereza de la cúpula, utilizando materiales como vasijas cerámicas huecas y mortero, confeccionado con piedra porosa (como la piedra pomez). El empuje lateral de esta gran cúpula se contrarresta con semicúpulas cada vez más pequeñas y más bajas sostenidas por pilares que, a su vez, se contrarrestan con tres nichos abiertos entre ellos. Se lograba así un pleno equilibrio con tensión contrapuesta de bovedajes en descenso. En los otros dos lados, al norte y al sur, dos naves laterales abovedadas en medio cañón contrarrestan a la central.


El espacio central del interior consta de dos pisos con arquerías de medio punto. El segundo piso se utilizaba como tribuna o palco real en un claro simbolismo político-religioso. Los soportes son pilares y columnas con cimacio, elemento colocado sobre el capitel, decorado con temas bíblicos.





La arquitectura bizantina también deslumbra por su lujo, que se mantiene en la decoración polícroma del interior de las iglesias. El ladrillo se oculta con magníficos mosaicos, frescos y mármoles de colores, sobre los que inciden múltiples puntos lumínicos, creando un espacio místico y envolvente, acentuado en las ceremonias religiosas por el uso del incienso. Es un espacio dinámico, continuo, de proporciones grandiosas que respira espiritualidad.


El exterior, por el contrario, mostraba una apariencia pobre en la que solo sobresalían los potentes contrafuertes que apuntalaban las paredes llenas de vanos y sostenían las cúpulas, cubiertas de tejas y pizarra. Hoy en día destacan los minaretes que fueron añadidos tras la toma de Constantinopla por los turcos en 1453 y su transformación en mezquita.


Nunca durante su larga historia intentó el Imperio Bizantino algo más grande ni espléndido que la Hagia Sofia de Justiniano. Era el producto por excelencia del arte bizantino, y sigue existiendo hoy, catorce siglos más tarde para que los hombres puedan maravillarse ante ella (aunque debido a las vicisitudes de la historia, ya no es una iglesia).

En el 537, la nueva Hagia Sofia ya estaba terminada, y en su consagración Justiniano, incapaz de dominar su alegría, gritó: “¡Salomón, te he superado!”. Cuando se consideran los recursos comparativos del imperio de Justiniano y el reino de Salomón, no cabe duda de que Justiniano tenía toda la razón. Para festejar su consagración, Justiniano celebró un banquete para el pueblo que, según relatos posteriores, supuso la matanza de más de diez mil ovejas, bueyes, cerdos, aves y ciervos.

Constantinopla.

Isaac Asimov.


3. OTRAS EDIFICACIONES BIZANTINAS.

Además de Santa Sofía podemos enumerar otras construcciones bizantinas o de influencia bizantina.


A. Primera Edad de Oro.

Los edificios más importantes de la Primera Edad de Oro se levantaron en Constantinopla, la brillante capital del Imperio. Fue el caso de las iglesias de Santa Irene, de los Santos Sergio y Baco, de los Santos Apóstoles, y por supuesto, Santa Sofía.

San Vital de Rávena. 

El otro gran foco artístico del Imperio Bizantino fue Rávena, la capital del exarcado (provincia) de Italia, conquistada por Justiniano. Aquí se levantó el palacio del gobernador, del que solo se conserva su capilla, conocida como Iglesia de San Vital, de planta octogonal con ocho pilares y cubierta con una gran cúpula de media naranja. En la actualidad la iglesia de San Vital se encuentra exenta, pero en su momento se hallaba unida al palacio.

San Apolinar en Classe.


San Apolinar el Nuevo. 

También en Rávena se levantaron la iglesia de San Apolinar in Classe y se reconstruyó la de San Apolinar el Nuevo, ambas de planta basilical, siguiendo las tradiciones paleocristianas, y con rica ornamentación de mosaicos. (que veremos en el siguiente epígrafe del tema).


B. Segunda Edad de Oro.

A partir de los contactos comerciales y políticos, la arquitectura bizantina se extendió tanto en Occidente como por Oriente.


Venecia.

El mayor influjo bizantino se produjo en Italia, en especial en la República de Venecia, con la que Bizancio mantuvo estrechas relaciones mercantiles. En Venecia se levantó la iglesia de San Marcos, con planta de cruz griega y cinco cúpulas.

Las cúpulas de San Marcos. 

Principados rusos.

Hacia el norte la influencia bizantina se extendió por los principados rusos más importantes de la época, Kiev, Nóvgorod y Vladimir. Para evitar la excesiva acumulación de nieve, las cúpulas se construyeron de forma bulbosa y forradas. 



Destacan entre otras Santa Sofía de Novgorod.


C. Tercera Edad de Oro.

En esta última etapa destaca un foco, el principado de Moscú.


El bizantinismo de la etapa anterior se extiende ahora por el principado de Moscú, con el que Bizancio mantuvo estrechos contactos durante las últimas décadas de su existencia. En 1453, Ivan III, príncipe de Moscú, casado con la sobrina del último emperador bizantino se declaró heredero del Imperio y adoptó el título de Zar (César) y presentó a Moscú como la tercera Roma.



Desde el siglo XV se desarrolló el arte ruso como una continuación y proyección del arte bizantino. La principal obra fue la reconstrucción del Kremlin, un recinto amurallado, en cuyo interior se localizaban los principales edificios civiles y religiosos. Todos ellos presentaban las características agrupaciones de cúpulas heredadas de Bizancio, con las formas bulbosas propias del arte ruso.


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