Cuando el
Cordero abrió el primero de los cuatro Vivientes que decía con voz
como de trueno: “Ven”. Miré y había un caballo blanco; y el que
lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió como
vencedor y para seguir venciendo.
Cuando abrió
el segundo sello, oí al segundo Viviente que decía: “Ven”.
Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió
quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le
dio una espada grande.
Cuando abrió
el tercer sello, oí al tercer Viviente que decía: “Ven”. Miré
entonces y había una caballo negro, el que lo montaba tenía en la
mano una balanza, y oí como una voz en medio de los cuatro Vivientes
que decía: “Un litro de trigo por denario, tres litros de cebada
por denario. Pero no causes daño al aceite y al vino”.
Cuando abrió
el cuarto sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: “Ven”.
Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se
llamaba Muerte, y el Hades le seguía.
Se les dio
poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada,
el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra.
Cuatro
jinetes galopando por los cielos vienen a desencadenar el fin de los
tiempos, la guerra, el hambre, la peste y la muerte. Visión atroz
del autor de uno de los libros más enigmáticos e interpretados de
la historia; el Apocalisis.
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