“Lo que sucede en el cielo tiene
su reflejo en la Tierra”, creencia ancestral e interpretación
global de las leyes del Universo. De la misma manera, el humano
mortal, puede buscar el momento en que los astros son propicios para
llevar a cabo sus planes.
Más místico y religioso que
científico (en la acepción actual del término) el alquimista
escudriña los cielos e identifica los astros con la materia prima de
su obra; Venus es cobre y Mercurio azogue (mercurio), mientras que
Marte es el hierro, Júpiter es estaño y Saturno plomo; la Luna es
la plata y el Sol es el oro.
Los alquimistas, precursores de
la química con alma de astrólogos, también consideraban la
posición y el orden de los planetas en el firmamento; Saturno es el
más alto, y le suceden Júpiter, Marte, Venus, Mercurio y la Luna.
Consideran que las virtudes de los planetas no suben, sino que bajan,
de tal manera que Marte se puede convertir en Venus, pero no al
revés, Júpiter puede transmutarse en Mercurio por que está más
alto, pero Mercurio no podría llegar a ser Júpiter. El Sol tiene
capacidad para mezclarse con todos y es el que otorga vida a los
planetas.
Los planetas del Sistema Solar
intervienen en la formación de la materia mineral en la corteza
terrestre, de tal manera que, por ejemplo, la plata “crece” bajo
la influencia de la Luna, el cobre por la acción del Venus y el
hierro por la de Marte, el planeta rojo.Y el oro el más puro de los
metales preciosos, como es natural, crece bajo la influencia del
astro rey.
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