lunes, 17 de enero de 2022

ARQUITECTURA ROMÁNICA. ELEMENTOS FORMALES Y SOLUCIONES CONSTRUCTIVAS.


La aportación arquitectónica es lo fundamental en el Románico, supeditándose a ella la escultura y la pintura. Prácticamente todos los elementos de la arquitectura románica, a saber, muros de sillares, columnas y pilares, arcos de medio punto, bóvedas de cañón, pueden encontrarse en los estilos precedentes, pero ahora aparecen con un espíritu completamente nuevo. El Románico no es un simple estilo artístico, podemos considerarlo como la traducción a la arquitectura de toda una visión del mundo, establecida, en este caso, por el Cristianismo Occidental. 


La mayoría de las construcciones románicas son edificios religiosos, iglesias, monasterios y catedrales, pero no faltan obras civiles, espacialmente castillos. 

La arquitectura románica, con la iglesia como tipología más característica, se desarrolla a partir de la paleocristiana, pero recuperando estructuras básicamente romanas, lo que conlleva una concepción espacial y un significado diferentes. Igual que la basílica paleocristiana, la iglesia románica tiene planta rectangular con varias naves longitudinales, siendo la central más ancha y más alta que las laterales. Sin embargo, prescinde del atrio e incorpora nuevos elementos, como el crucero, la girola, los absidiolos y la torre. Así, el edificio se transforma en un organismo diferenciado, pues ofrece espacios distintos pero unidos entre sí para lograr algo que no se contemplaba en los primeros tiempos del cristianismo: la participación directa de los fieles.

Mª Pilar de la Peña Gómez.

Manual Básico de Historia del Arte.


¿Cómo es una iglesia románica?.

La iglesia fue el centro de las innovaciones arquitectónicas del románico, y debía cumplir tres principios simbólicos:

Perdurabilidad. La religión cristiana era eterna y, por ello, las iglesias debían evitar los incendios y posibles derrumbes, ser fuertes, y para ello, se utiliza la piedra en su construcción.

Reflejo de la teología y la filosofía. La luz tamizada y una gran austeridad favorecían el recogimiento, la oración y la penitencia impulsados por la Iglesia. 

Didáctica. La iglesia en su conjunto (arquitectura, escultura y pintura) tenía que aleccionar y adoctrinar al fiel. Sus relieves y pinturas enseñaban a los creyentes de forma visual. 



Describimos un modelo general de iglesia románica, enumerando y describiendo los elementos más característicos. En la práctica, quizás no existió como tal en ningún lugar, pues existieron variaciones según las regiones, las tradiciones locales, los materiales disponibles, las influencias externas . . .


Se trata de edificios abovedados. La bóveda más habitual es la de cañón (se desarrolla a partir de arcos de medio punto o semicirculares) , reforzada con arcos fajones, que descargan los empujes de la cubierta sobre los pilares. Junto a la bóveda de cañón, que suele cubrir la nave central, aparece también la bóveda de arista (se origina al cruzarse perpendicularmente dos bóvedas de cañón) generalmente sobre las naves laterales. 

El arco característico es el de medio punto, que concentraba toda la carga en un único punto y, por tanto, es frágil, tiende a quebrarse provocando el derrumbe del edificio. 

Para evitar que esto sucediese, los arquitectos románicos recurrieron a muros extremadamente gruesos (esos muros son elementos sustentantes) que eran reforzados por contrafuertes en los puntos críticos. 



En estos muros se abría la menor cantidad posible de vanos (huecos). Las ventanas eran pocas y pequeñas y solían ser abocinadas (más estrechas por una cara del muro que por la otra). 

Una consecuencia del escaso número de ventanas era la oscuridad que reinaba en el interior de los edificios, lo que confería solemnidad a los actos que se celebraban en ellos. 

Se generalizan las plantas de cruz latinas y el espacio interior estaba habitualmente dividido en naves, separadas por columnas, siendo la central más alta que las laterales. La nave central cubierta por una bóveda de cañón y las naves laterales cubiertas por bóvedas de arista. A estas naves longitudinales se le añade una nave transversal, el transepto. 

Columnas y pilares son también fuertes y macizos, preparados para soportar el enorme peso de las masas de piedra. Las columnas suelen ser cilíndricas, aunque también encontramos algunas cuadradas. El pilar es el gran protagonista como soporte en los edificios románicos. Robusto para poder sustentar las pesadas cubiertas, adquieren formas diversas; circulares, cruciformes, fasciculados . . . 


Las columnas se rematan con el capitel que presentan una variadísima decoración: vegetal, con figuras humanas o de animales (reales, fantásticos o monstruosos), iconográfico o historiado (un relieve donde se narran escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como la vida y milagro de santos y mártires). Los capiteles tienen un sentido didáctico, en una época en que sólo unos pocos privilegiados aprendían a leer y escribir. 


Iglesia de Santiago el Viejo. Zamora. 

Las naves conducen al espacio más sagrado de la iglesia, la cabecera (la construcción del edificio comenzaba por aquí), donde se encuentra el altar, casi siempre orientado al Este, lo que identifica a Cristo con el Sol naciente. La cabecera suele tener forma de ábside semicircular, el cual puede ir acompañado de ábsides secundarios o absidiolos, que albergan capillas secundarias. En las iglesias de cierta entidad se construye también un deambulatorio, un pasillo circular situado entre el altar y las capillas radiales del ábside. Servía para que los fieles pudieran contemplar las reliquias y desplazarse por el interior del templo sin estorbar el desarrollo de la misa. 

Portadas. El acceso suele ser adintelado, dando lugar así al tímpano, el espacio comprendido entre el dintel y el arco, uno de los lugares preferidos para situar la decoración escultórica. Si el dintel es muy ancho y largo (como ocurre con el Pórtico de la Gloria) se refuerza con un soporte central, el parteluz, que también suele estar profusamente decorado con escultura. 

A los pies se suelen levantar las torres campanario, flanqueando la fachada principal, aunque también pueden aparecer en la cabecera, en los brazos, en el crucero e incluso aisladas. 

La decoración está subordinada a la arquitectura: pinturas al fresco en los muros, bóvedas y los ábsides, o esculpidas en piedra, en los capiteles del interior de los templos o de los claustros y en las portadas. El simbolismo religioso se completaba con la decoración de pórticos e interiores. Todo con una finalidad didáctica. 

La construcción románica no persigue la elevación física, además tenían problemas técnicos para poder elevar los edificios. Se prefieren los edificios bajos y robustos, en consonancia con la sociedad rural de la época y con las concepción de la religión basada en el miedo al Juicio Final. En ese sentido, es preferible que la casa de Dios fuese un lugar misterioso y sobrecogedor. Cuando en las décadas siguientes cambie esta concepción, surgirá una nuevo diseño de los templos, que se elevarán y se llenarán de luz, habrá llegado el estilo gótico. 

Principales tipologías: iglesias de peregrinación, monasterios, castillos y murallas. 


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