Los polanos, uno de los
pueblos que pertenecía a la rama occidental de los eslavos (junto a
bohemios y moravos), se fueron asentando, en compañía de otros
grupos tribales con los que estarían emparentados de alguna manera,
en las tierras comprendidas entre los ríos Oder y Vístula, una
fértil llanura, una Mesopotamia a la europea.
Hacia el siglo IX estos
polanos lograron unificar, para pasar inmediatamente a dominar a
viaras de estas tribus que habitaban el norte de la Gran Moravia, que
en estos momentos comenzaba su rápida desintegración. Los belicosos
magiares también colaboraron en la caída de este primer gran estado
eslavo.
Esta unificación bajo
el mando polano, que a la postre terminarían dando nombre al Reino y
al actual estado, estuvo dominada durante varios siglos por la
dinastía Piast, nombre que recuerda al legendario fundador y
patriarca mítico.
Ya en el siglo X, bajo
el liderazgo de Miezko I (o Miecislao I si así lo prefieren) los
polanos eran, sin discusión, la tribu más poderosa de la región,
dominando un vasto terrotorio que se extendía entre los ríos Oder y
Bug, y alcanzaban los Cárpatos por el sur y el Báltico hacia
septentrión. Los polanos habitaban la región de Poznán, Giecz y
Gniezno y desde esta área se irán imponiendo al resto. Con el
tiempo, estas tierras se convirtieron en el centro sobre el que
basculará el estado polaco. Continuará....
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