Ascendiendo junto a la
refrescante orilla del Valcarce, que desciende entre un precioso
bosquecillo en galería, llegamos a Ruitelán, perteneciente aún al
Bierzo, pero a un paso de Galicia, un idílico paraje al que se
retiró San Froilán. Una leyenda cuenta que unos ratoncillos royeron
los libros de oración del eremita, y a consecuencia de esto, les
lanzó una maldición, que los hizo desaparecer de estas tierras.
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