Visito Venecia para dejarme hechizar por su magia, única e imposible en cualquier otra ciudad del mundo. Venecia es una enorme enciclopedia que encierra todo tipo de saberes, aquellos basados en la ciencia y la razón, y aquellos otros que manan de la fantasía y la ensoñación, vinculados al esoterismo. Si seguimos las señalas que algunos sabios dejaron para nosotros podemos acceder a dichos conocimientos.
En un extremo de la Fondamenta della Misericordia (junto a la Scuola Grande della Misericordia) se enclava el Palazzo Lezze, construido a principios del siglo XVII por Baldasare Longhena, una centuria en la que muchos alquimistas convirtieron la ciudad de los canales en hogar y centro de estudios. Los ventanales están coronados por hermosos bustos y una de las fachadas laterales muestra interesantes relieves con motivos mitológicos y alquímicos. Por este motivo, y tal vez por haber sido residencia de algún iniciado en los secretos de la alquimia, el enigmático Fulcanelli, llamó a este palacio, la Residencia Filosofal de Venecia. Personalmente me sentí inmediatamente fascinado por uno de esos relieves.
El personaje coronado como rey, y que parece mirarnos desde un más allá atemporal, representa el oro filosofal, es decir, el azufre. Las figuras que lo flanquean se encuentran bajo la influencia respectiva de la Luna y el Sol, y simbolizan a la sal y al mercurio. Todo el conjunto descansa sobre dos pelícanos, aves relacionadas metafóricamente con la obra alquímica.
El azufre, el mercurio y la sal son los Tres Principios fundamentales, que según el conocimiento alquímico componen todo lo que existe. Estos tres principios se relacionan con el alma, el espíritu y el cuerpo. El azufre siempre asociado al fuego, es volátil, y por tanto también es aire, es el alma. El mercurio, al que se le atribuye carácter metálico, volátil pero inalterable por el fuego, es espíritu. Y finalmente la sal, es lo externo y tangible, la energía cristalizada y materializada, es el cuerpo y la tierra.
“Sabe, pues, que los siete metales se han originado de una sustancia triple . . . el mercurio es el espíritu, el azufre es el alma y la sal es el cuerpo . . . ; el alma que en verdad es el azufre . . . , se une con ambos contrarios, cuerpo y espíritu, para convertirlos en una esencia” (Paracelso).
Alquimistas: místicos, sabios, pícaros....
José Martínez Calatayud.
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