La ciudad de Venecia cimentó su desarrollo económico en un activo comercio marítimo con Oriente. Los comerciantes venecianos llenaron los mercados europeos de productos procedentes del extremo oriental del mar Mediterráneo.
G. Luzzatto (An Economic History of Italy from the fall of the Roman Empire to the Beginning of the Sixteenth Century) citado por Gerald A. J. Hodgett en “Historia social y económica de la Europa Medieval” explica como se realizaba ese comercio. Todos estos productos, muy apreciados (y bien pagados) en Occidente, que llegaban a Venecia, eran transportados por tres convoyes anuales que organizaba el Estado. El primero se dirigía al corazón del Imperio Bizantino, Constantinopla y el mar Negro, el segundo a Beirut, en la costa sirio-palestina, y el tercero a Alejandría, el gigantesco puerto egipcio y uno de las grandes metrópolis históricas del ámbito mediterráneo.
Luzzatto continua describiendo esos convoyes. Embarcarse en alguno de ellos era una auténtica osadía. Cada uno estaba formado por entre dos y cuatro galeras, y la mayor de ellas nunca superaba las 500 toneladas. Gran parte del espacio a bordo era ocupado por la tripulación, compuesta por 60 remeros y unos 20 arqueros encargados de defender las valiosas mercancías. En ocasiones también se alojaban peregrinos que se dirigían a los Santos Lugares. Otro lucrativo negocio ese de las peregrinaciones. El resto de la carga la constituía el alimento y la bebida para la manutención de la tripulación. Se calcula que cada año llegaban a Venecia 2000 toneladas de productos procedentes del Próximo Oriente y el Imperio Bizantino. Los ricos comerciantes se frotaban las manos cuando los bajeles desfilaban cargados de riqueza por el molo de San Marco.
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