El afamado condotiero Bartolomeo Colleoni, que había servido a la República en el campo de batalla, dirigiendo a sus tropas, legó su fortuna a cambio de una estatua que glorificase sus hazañas militares. El orgulloso general pretendía que su retrato ecuestre ocupase un lugar de privilegio en la ciudad, en la mismísima Piazza de San Marco. Los senadores de la Serenissima pensaron (con buen criterio) que la República no podía permitirse el lujo de admirar y venerar de esa manera a una persona (aquí nunca ha cuajado la idea de monarquía). De tal forma que actuaron en consecuencia y decidieron otra ubicación para la estatua, frente a la basílica de San Giovanni e San Paolo, panteón de los dogos. Y ahí lleva desde finales del siglo XV.
Cada mañana, cuando salía de casa a pasear por la ciudad, pasaba junto a la célebre escultura, que a primera hora, solía estar rodeada de silencio.
La obra fue encargada al florentino Andrea di Cioni, más conocido como Verrochio, un artista multifacético que destacó como orfebre, pintor y escultor, y que tuvo en su taller a un tal Leonardo. Verrocchio, junto a Ghiberti y Donatello, está considerado uno de los escultores más influyentes del Quattrocento. Es posible que fuese discípulo del propio Donatello. Verrocchio diseñó el monumento y realizó el modelo de la estatua en arcilla. A su muerte fue un escultor veneciano, Alessandro Leopardi, el encargado de terminar de fundir la obra.
Colleoni, arrogante y altivo, conocedor de sus cualidades militares, porte marcial y poderosa armadura, montura engalanada, avanza decidido a la batalla al frente de su hombres, seguro de la victoria. El monumento de Verrocchio destaca por la destreza con la que resuelve los problemas técnicos y anatómicos, como la pata delantera del caballo elevada o la propia actitud tensa del jinete. Los cuerpos de ambos expresan tensión y vitalidad. A diferencia del Gattamelata de Donatello, Verrocchio dota a su obra de viveza y movimiento. Colleoni se presenta sumergido en la acción gracias al dinamismo del caballo y el contraposto del jinete.
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