miércoles, 3 de marzo de 2021

PUENTE LA REINA - ESTELLA. LA ETAPA MÁS BELLA.

Esta mañana abandonamos Puente la Reina. Cruzamos la pequeña ciudad por la Calle Mayor y cruzamos el río Arga por el maravilloso puente románico. ¡En marcha!. La primera parte del camino iniciático es la muerte metafórica del cuerpo. Y en esas estamos.



El peregrino, cuando camina, descubre partes de su cuerpo y músculos, que no sabía que existían. Por culpa de molestias y dolores. Todos terminan arrastrando su penitencia: ampollas, rozadoras, distensiones, tirones, calambres, esguinces, desgarros, fatiga . . .  


Algo más de 22 kilómetros unen Puente la Reina con Estella/Lizarra, la más bella y genuina de las etapas jacobeas por las tierras del antiguo (y glorioso) Reino de Navarra. A través de pinares, arbustos aromáticos como el hinojo, campos de cereal y viñedos, nos empapamos de la historia medieval, y su legado arquitectónico, visitando Mañeru, Cirauqui, Lorca y Villatuerta, en un trayecto rompepiernas que une dos localidades camineras con tradición, enjundia y mucha, mucha solera.


El romero disfrutará de toda la esencia jacobea en casa paso. Senderos y caminos rurales, largos paseos entre viñedos, una calzada romana, varios puentes y algunas de las localidades más puramente camineras. La etapa comienza atravesando el célebre puente que salva el río Arga, levantado por deseo de doña Munia, esposa del rey Sancho III el Mayor (o tal vez doña Toda Aznárez, casada con Sancho Garcés I).






Mañeru es la primera parada del día y de ahí a Cirauqui se llega dando un agradable paseo. Abandonamos Cirauqui y tomamos una calzada romana (mejor dicho, lo poco que queda de ella). Una subida de fuerte pendiente, que castiga una piernas que ya llevan más de dos horas de marcha, llevan al peregrino hasta Lorca. Estamos a mitad de camino y es un buen momento para descansar un rato, comer algo de fruta, beber agua fresca y repasar en la mente cada paso dado.



Por fin aparecieron los viñedos. El cuerpo de la sangre del vino.







Reanudamos la marcha, caminamos con el Montejurra al fondo, y ya desde lejos contemplamos la enorme parroquia de Villatuerta, último pueblo que atravesamos esta jornada. Una hora más de marcha y llegamos a una de esas ciudades imprescindibles, tanto por su belleza, como por su larga historia, Estella, la Lizarra ancestral.





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