4 Rebaños míticos.
Ferécides parece designar a Gádira con el nombre de Eritía, donde se sitúa el mito de Gerión. Otros sin embargo identifican ésta con la isla cercana a esas ciudad, separada de ella por un estrecho de un estadio, a la vista de sus buenos pastos, porque la leche de los rebaños que pacen allí no forma suero. Debido a la grasa que contiene hacen los quesos mezclándola con gran cantidad de agua, y en treinta días se ahoga el animal si no se lo sangra. La hierba que pacen es seca, pero engorda mucho. Se cree que a partir de esto se ha forjado el mito de los rebaños de bueyes de Gerión <...>. Sin embargo, todo el litoral está ocupado por fundaciones mixtas.
5 Fundación de la ciudad. Las Columnas.
Acerca de la función de Gádira recuerdan los gaditanos cierto oráculo que según ellos les fue dado a los tirios ordenándoles enviar una colonia a las Columnas de Heracles; los que fueron enviados para inspeccionar, cuando estuvieron en las proximidades del Estrecho de Calpe, creyendo que los promontorios que forman el Estrecho eran los límites de la tierra habitada y de la expedición de Heracles y que constituían lo que el oráculo había designado con el nombre de Columnas, se detuvieron en un lugar del lado de acá del Estrecho, donde se encuentra ahora la ciudad de los saxitanos; y como quiere que, realizando un sacrificio allí no les resultaran favorables las víctimas, se volvieron. Un tiempo después, los enviados avanzaron unos mil quinientos estadios más allá del Estrecho hasta una isla consagrada a Heracles situada junto a la ciudad de Onoba de Iberia, y creyendo que estaban allí las Columnas hicieron un sacrificio al dios, pero como las víctimas volvieron a resultar desfavorables, regresaron a la patria. Los que llegaron en la tercera expedición fundaron Gádira, y levantaron el templo en la parte oriental de la isla y la ciudad en la parte occidental. Por esto creen unos que las Columnas son los promontorios del Estrecho, otros que Gádira, y otros que están situadas aún más allá de Gádira. Algunos supusieron que las Columnas eran Calpe y Abílix, la montaña situada enfrente de Calpe en Libia, la cual dice Eratóstenes que se eleva en el Metagonio, un pueblo nómada; otros, que eran las islitas cercanas a una y otra montaña, a una de las cuales dan el nombre de Isla de Hera. Artemidoro menciona la Isla de Hera y su santuario, pero niega que exista otra, un monte Abílix y un pueblo Metagonio. También las Errantes y las Entrechocantes las trasladan algunos aquí, pensando que son ellas las Columnas, que Píndaro llama "Puertas de Gádira" cuando afirma que Heracles llegó hasta ellas como al último confín de las tierras. Y tanto Dicearco como Eratóstenes, Polibio y la mayoría de los autores griegos sitúan las Columnas en los alrededores del Estrecho, mientras que los iberos y libios dicen que están en Gádira, puesto que la zona del Estrecho no se asemeja nada a unas columnas. Otros las identifican con la columnas de bronce de ocho codos de altura del santuario de Heracles en Gádira, en las cuales están grabados los gastos de construcción del templo, porque los que llegaban a ellas al finalizar su travesía y hacían un sacrificio en honor de Heracles hicieron que se propagara la creencia de que éste es el límite de la tierra y del mar. También Posidonio considera esta explicación como la más plausible, y en cambio el oráculo y las diversas expediciones, una invención fenicia.
Ahora bien, acerca de las expediciones, ¿qué argumento podría esgrimirse como refutación o prueba, si ninguna de las dos opiniones es contraria a la razón? Y en cuanto a afirmar que las islitas o las montañas no parecen columnas, y buscar en cambio los límites de la tierra habitada o de la expedición de Heracles en unas columnas en sentido estricto, hay cierta razón en ello, pues era costumbre antigua establecer tales límites; por ejemplo, los de Regio construyeron la columnita, una especie de torrecilla, situada sobre el Estrecho, y frente a esa columnita está llamada Torre de Péloro; los llamados Altares de los Filenos se hallan más o menos en medio del territorio que hay entre las Sirtes, y sobre el Istmo de Corinto se tiene memoria de una columna que se alzaba antiguamente, que erigieron a medias los jonios que ocuparon el Ática y la Megáride, tras su expulsión del Peloponeso, y los que ocuparon el Peloponeso, grabando en la parte que mira a Megáride:
Esto no es el Peloponeso, sino Jonia,
y en la otra:
Esto es el Peloponeso, no Jonia.
Y Alejandro levantó, como hitos de su expedición a la India, unos altares en los lugares más orientales a los que llegó, imitando a Heracles y a Dionisio. Por tanto, existía esta costumbre.
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