15 Iberia y los iberos.
Los iberos eran, por decirlo así, todos peltastas y de armamento ligero debido a su vida de bandidaje, como dijimos de los lusitanos, y usaban venablo, honda y puñal. A las fuerzas de infantería se había sumado también la caballería, estando adiestrados los caballos en marchar por montaña y en arrodillarse prontamente a una orden cuando la ocasión lo exigía.
En Iberia hay muchos corzos y caballos salvajes. En algunos lugares las lagunas se llenan de cisnes y especies afines, y también muchas avutardas. Los ríos crían castores, pero este castóreo no tiene las mismas propiedades que el póntico, pues son exclusivas del póntico las virtudes medicinales, como sucede con otros productos. Por ejemplo, según dice Posidonio, el cobre chipriota es también el único que lleva calamina, vitriolo azul y espodio. Particularidad de Iberia ha dicho Posidonio que es el que las cornejas no sean negras y que los caballos de los celtíberos, que son moteados, cambien de color cuando se trasladan a la Iberia exterior. Dice que se parecen a los caballos partos, pues son veloces y mejores corredores que los demás.
16 Algunas costumbres raras.
Hay un gran número de raíces útiles para tintes. En cuanto al olivo, vid, higuera y plantas de este tipo, la costa ibérica del Mar Nuestro las procura todas en abundancia, y con profusión también la costa exterior. Sin embargo el litoral oceánico del Norte se ve privado de esto a causa del frío, y el resto más que nada por la negligencia de sus gentes y por vivir no según un ritmo ordenado sino más bien según una necesidad y un impulso salvajes, con costumbres envilecidas; a no ser que se piense que viven ordenadamente los que se lavan y se limpian los dientes, tanto ellos como sus mujeres, con orines envejecidos en cisternas, como dicen de los cántabros y sus vecinos. Esto y el dormir en el suelo es común a iberos y celtas.
Algunos dicen que los calaicos no tienen dioses, y que los celtíberos y sus vecinos del norte hacen sacrificios a un dios innominado, de noche en los plenilunios, ante las puertas, y que con toda la familia danzan y velan hasta el amanecer. Y que los vetones, cuando entraron por primera vez en un campamento romano, al ver a algunos de los oficiales yendo y viniendo por las calles paseándose, creyeron que era locura y los condujeron a las tiendas, como si tuvieran que o permanecer tranquilamente sentados o combatir.
En Iberia hay muchos corzos y caballos salvajes. En algunos lugares las lagunas se llenan de cisnes y especies afines, y también muchas avutardas. Los ríos crían castores, pero este castóreo no tiene las mismas propiedades que el póntico, pues son exclusivas del póntico las virtudes medicinales, como sucede con otros productos. Por ejemplo, según dice Posidonio, el cobre chipriota es también el único que lleva calamina, vitriolo azul y espodio. Particularidad de Iberia ha dicho Posidonio que es el que las cornejas no sean negras y que los caballos de los celtíberos, que son moteados, cambien de color cuando se trasladan a la Iberia exterior. Dice que se parecen a los caballos partos, pues son veloces y mejores corredores que los demás.
16 Algunas costumbres raras.
Hay un gran número de raíces útiles para tintes. En cuanto al olivo, vid, higuera y plantas de este tipo, la costa ibérica del Mar Nuestro las procura todas en abundancia, y con profusión también la costa exterior. Sin embargo el litoral oceánico del Norte se ve privado de esto a causa del frío, y el resto más que nada por la negligencia de sus gentes y por vivir no según un ritmo ordenado sino más bien según una necesidad y un impulso salvajes, con costumbres envilecidas; a no ser que se piense que viven ordenadamente los que se lavan y se limpian los dientes, tanto ellos como sus mujeres, con orines envejecidos en cisternas, como dicen de los cántabros y sus vecinos. Esto y el dormir en el suelo es común a iberos y celtas.
Algunos dicen que los calaicos no tienen dioses, y que los celtíberos y sus vecinos del norte hacen sacrificios a un dios innominado, de noche en los plenilunios, ante las puertas, y que con toda la familia danzan y velan hasta el amanecer. Y que los vetones, cuando entraron por primera vez en un campamento romano, al ver a algunos de los oficiales yendo y viniendo por las calles paseándose, creyeron que era locura y los condujeron a las tiendas, como si tuvieran que o permanecer tranquilamente sentados o combatir.
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